- Un régimen democrático

Hoy día es opinión general que basta vivir en un régimen democrático para tener a salvo la libertad. Tal ingenuidad nos deja desguarnecidos ante el fenómeno de la manipulación. En una dictadura no se disfruta de ciertas libertades, pero esta limitación es patente, y uno toma medidas para conservar e incrementar la libertad interior. Es admirable la resistencia de ciertas personas a dejarse despojar de su libertad creativa. En las democracias se presenta como meta máxima la libertad, cotas nunca alcanzadas de libertad. ¿De qué tipo de libertad? Se nos da una amplia libertad de maniobra -capacidad para elegir entre diversas posibilidades-, pero la libertad interior -la decisión para elegir en virtud del ideal auténtico de nuestra vida- debemos conquistarla nosotros con gran esfuerzo.



En las democracias se practica con frecuencia la coacción de guante blanco. Se procede como si se respetara la libertad, que es el término talismán por excelencia y resulta por ello intocable. "Sois libres de no pensar como yo -advierte la opinión pública a los ciudadanos independientes-; vuestra vida, vuestros bienes, todo lo conservaréis, pero desde ese día sois un extranjero entre nosotros". Quien no se someta a los dictados de la opinión pública quedará fuera de juego; no recibirá posibilidades de su entorno, ni votos en las confrontaciones electorales, ni siquiera la estima del pueblo; lo abandonarán incluso los que creen que tiene razón cuando se opone al pensar general. Le va a ser muy difícil tener libertad interior y actuar con criterios propios.

La opinión pública es una realidad envolvente que actúa con la impunidad del anonimato y presiona sin mostrar un rostro preciso. Su fuerza está en proporción directa a su carácter difuminado y ambiguo. Nada extraño que el manipulador saque amplio partido a la fuerza de la opinión pública porque él tampoco actúa nunca a cara descubierta: desea modelar la mente, la voluntad y el sentimiento de personas y pueblos de forma dolosa, inadvertida. Se mueve siempre a impulsos de intereses inconfesables, y los oculta arteramente al tiempo que presenta una faz magnánima y bienhechora.

De ahí que la primera condición para conservar la libertad interior frente a las agresiones de los manipuladores sea poner al descubierto los recursos malabaristas que éstos movilizan. Con ese fin indicaremos sucintamente a continuación los principales grupos de manipuladores y sus ardides peculiares.

Alfonso López Quintás

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Nicolás Maquiavelo:

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos. En general los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver pero pocos comprenden lo que ven.

1948 - George Orwell


Se trata de esto: el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro. Ahora comprenderás lo que significa el poder puro. Somos diferentes de todas las oligarquías del pasado porque sabemos lo que estamos haciendo.

Todos los demás, incluso los que se parecían a nosotros, eran cobardes o hipócritas. Los nazis alemanes y los comunistas rusos se acercaban mucho a nosotros por sus métodos, pero nunca tuvieron el valor de reconocer sus propios motivos. Pretendían, y quizá lo creían sinceramente, que se habían apoderado de los mandos contra su voluntad y para un tiempo limitado y que a la vuelta de la esquina, como quien dice, había un paraíso donde todos los seres humanos serían libres e iguales.

Nosotros no somos así. Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución no es más que la persecución misma. La tortura sólo tiene como finalidad la misma tortura. Y el objeto del poder no es más que el poder. ¿Empiezas a entenderme?