¿Se imaginan, si aplicásemos las leyes que prohíben los acosos psicológicos en el trabajo, quien quedaría en pie en el mundo empresarial? Decían los viejos marxistas que el principal pilar del capitalismo es su prodigiosa aptitud para transformar cualquier crisis interna en un éxito. En este sentido, el capitalismo sabe utilizar fenómenos aparentemente negativos --una crisis ecológica o una catástrofe humanitaria, por ejemplo-- para favorecer sus leyes de mercado y su lógica interna.
Igualmente , el imaginario capitalista tiene la virtud de hacer suyos conceptos muy viejos,y --más en concreto-- inventados o reivindicados por un pensamiento contrario a sus tendencias. Pasa así con el mobbing, una nueva palabra de herencia (como no) americana que viene a designar el acoso psicológico que reciben los trabajadores en su lugar de trabajo. DE ACOSO en el trabajo ha habido desde que el trabajo se inventó; un grave error de la humanidad, sea dicho de paso . Sea como sea, el acoso laboral és consustancial a la forma económica liberal. En primer lugar, cualquier contrato a tiempo parcial representa --en cierta manera-- una agresión a los derechos del trabajador.
No hablamos ya de los trabajos en condiciones ilegales, sin seguridad social o seguro mínimo, etc. Y de todo esto ya se hablaba en los derechos del trabajador --o los derechos humanos, transcritos en las diferentes constituciones nacionales-- mucho antes que los psicólogos (la peor de las razas de Occidente) se inventaran eso del mobbing. De hecho, es curioso como utilizando términos extranjeros podemos llegar a perder la noción de lo que queremos decir con ciertas palabras; señores psicólogos, en mi casa el mobbing se llama mala leche, competitividad desaforada, el jefe es un dictador toca-cojones, si no hago x ventas me echan a la calle, etc.
¿Ustedes se imaginan, si aplicásemos las leyes que prohíben los acosos psicológicos en el trabajo, quién quedaría en pie en el mundo empresarial de hoy en dia? Para una respuesta clara los remito a la excelente pieza teatral Glengarry Glen Ross, del insigne David Mamet. Lo que más me preocupa de esto és una tendencia innata del capitalismo a elogiar sus propias victimas para seguir devorándolas con impunidad. Es un buen ejemplo la utilización asquerosa --porque no tiene otro nombre-- de las víctimas del Tercer Mundo que utilitzan algunas ONG para atraer miembros a sus filas. Campañas como las de Anesvad, que comercializan con la desgracia de los enfermos de lepra, hacen venir ganes de vomitar por su hipocresía.
¿O és que las empresas que ponen dinero no explotan --al mismo tiempo-- a los trabajadores de sus fabricas de Àfrica? En fin; sin comentarios. Volviendo al tema anterior, con la aparente invención del mobbing el aparato capitalista nos intenta hacer ver como el acoso psicológico no és sinó un hecho aislado, provocado por una interferencia personal al sistema, pero no inherente al sistema mateix. En resumen; los enfermos de lepra no lo son porque los occidentales pisan a los habitantes del Tercer Mundo, sino por algunas pequeñas interferencias --dictadores, rebeliones internes, o diferencies culturales-- que impiden que el sistema monetario liberal transcurra normalmente.
Pero donde la utilización de la víctima ha estado más perversa ha estado en el ámbito del terrorismo. Lo hemos podido comprobar en la última gala de los premios Goya, en que la asociación de víctimas del terrorismo de ETA abroncaron al director Julio Medem por su documental La pelota vasca, película que daba una visión --por lo que parece-- diferente de la suya sobre el problema d'Euskadi. Lo que más sorprende de la cuestión és que algunos políticos --sin ver la pelicula-- hayan dicho que, se diga lo que se diga en ésta, la primacia de el análisis sobre la situación a Euskadi la tienen las víctimes d'ETA. A mi entender, este argumento és no tan solo absolutamente demagógico, sino falso.
¿Ustedes creen que la persona más objetiva para analizar el conflicto de Israel con Palestina és una madre judía o musulmana a quien han matado el hijo? ¿Por qué se cree que és la víctima, que ha sufrido sin duda una experiencia intransferible en su dolor, la persona mas adecuada para analizar una situación, como és el caso, suficiente compleja?
Lo que és más grave de todo esto és que és precisamente el Gobierno el que ha hecho que el único lenguaje que se hable hoy en España en materia de terrorismo sea el de la víctima. Por eso cualquier argumento que se aleje de los cánones que nos hacen sentir víctimas del terrorismo és un argumento cómplice con el terror.
POR LA MISMA regla de tres, ¿no tendríamos de hacer caso de las víctimas de Iraq que piensan que el Ejército de los EUA és un invasor que necesita ser combatido con el uso de la violencia?
¿O és que el unilateralismo de Bush no és un ataque terrorista? ¿Y sus víctimas tampoco lo son? Dejemos, entonces, que hablen, ¿no?
Bernat Dedéu
Filósofo
El Periodic d'Andorra
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