Psicópatas de andar por casa. En España, un millón de personas presentan esta patología: 990.000 son jefes, padres, hijos, empresarios...
MADRID.- El asesino del juego del rol, el chico que mató a su padre de un disparo de ballesta, el que acabó con sus progenitores y su hermana empuñando una katana... Jóvenes, aparentemente normales, que un día dieron rienda suelta al psicópata que llevaban dentro. I. y R. también parecían dos adolescentes más. Hasta que el pasado viernes, según han confesado ellas mismas, acabaron a puñaladas con la vida de Clara.
«Tras cometer el crimen, las chicas se cambiaron de ropa y salieron de copas. Ese comportamiento encaja perfectamente con el del psicópata integrado», opina Vicente Garrido Genovés, psicólogo criminalista, profesor de la Universidad de Valencia, autor de El psicópata. Un camaleón en la sociedad actual (Editorial Algar) y uno de los mayores expertos mundiales en la materia.
«Y, desgraciadamente, todo indica que cada vez vamos a ver más actos de este tipo», añade. Según cálculos de la Organización Mundial de la Salud, el 2% de la población padece este trastorno. Dicho de otro modo: en España se cuentan un millón de psicópatas. «Y detectados por la Justicia sólo hay unos 10.000 sujetos», asegura Vicente Garrido.
Y si únicamente 10.000 psicópatas están fichados... ¿Dónde están los 990.000 restantes? Por todas partes. Hay padres psicópatas, jefes psicópatas, maridos psicópatas, políticos psicópatas, empresarios psicópatas, compañeros de trabajo psicópatas... La mayoría de ellos jamás pisará una cárcel, jamás cometerá delito alguno. «Pero engañarán, manipularan y arruinarán las finanzas y las vidas de los que tengan la mala suerte o la imprudencia de asociarse personal o profesionalmente con ellos», sostiene Vicente Garrido.
No se trata sólo de que anden por ahí, de que haya personas biológicamente predispuestas a desarrollar este tipo de comportamientos. «En la sociedad actual, la psicopatía encuentra un caldo de cultivo favorable», indica Garrido. «En la medida en la que el medio social incluya creencias y valores que contribuyan al desarrollo de comportamientos insolidarios y egocéntricos, la psicopatía se extenderá y afectará cada vez a más sujetos», sentencia el experto.
La verdad: todo indica que nuestro mundo es cada vez más psicótico. «En particular, las organizaciones y las empresas constituyen un foro privilegiado para el peculiar modo de actuar que tienen los psicópatas», sostiene Garrido. Alguien con mucha habilidad de manipulación, inteligente y sin ningún reparo en tergiversar los hechos puede subir muy deprisa en el organigrama de una compañía actual. Y la descripción de ese alguien se ajusta como anillo al dedo a la de un psicópata.
Por haber, hay hasta niños psicópatas. Luis, por ejemplo, es un mozalbete de 16 años que tiene a sus padres absolutamente aterrorizados. El chico es un pequeño tirano que, en cuanto alguien osa contradecirle, en cuanto alguien se atreve a llevarle la contraria, se desboca fuera de sí: la emprende a patadas con los muebles, se lía a gritar, lanza objetos contra las paredes...
Sus padres, para evitar follones, han ido cediendo a sus exigencias. Pero Luis parece no tener límite: quiere cada vez más dinero, más ropa de marca, más flexibilidad en los horarios... Ha llegado a levantarle la mano a su madre y, por supuesto, se niega en redondo a visitar a un psicólogo. Sus padres sí que han ido. Y están aún más asustados que al principio: les han dicho que Luis podría mostrar rasgos psicopáticos...
«Es muy importante que los padres aprendan a detectar este fenómeno, ya que una educación especializada puede, al menos, paliar las manifestaciones más graves de su desarrollo», se puede leer en El psicópata. Un camaleón en la sociedad actual. «Si el joven cuenta con un ambiente propicio, tendrá más oportunidades para eludir el lado cruel de su psicopatía. Aunque, desde luego, seguirá siendo una persona de trato muy difícil, seguirá abusando de la confianza de los demás y tendrá mil problemas para vincularse afectivamente con alguien».
Los pequeños psicópatas se muestran persistentemente egocéntricos, inflexibles ante sus exigencias frente a los padres o a los demás. Y si no se salen con la suya, tienen ataques de rabia.
Mienten casi desde el mismo momento en que aprenden a hablar. Alguien les ha robado el dinero del bocadillo, su hermano mayor les ha quitado tal cosa... Y son capaces de chantajear, de robar, de amenazar para lograr ventajas, de enredar a los demás.
Son esos niños que, cuando sus padres les recriminan por quitarle el juguete a un compañero de colegio, cuando se les dice: «¿No comprendes que tu amigo se va a poner a llorar? ¿Cómo te sentirías tú si alguien te cogiera tu coche favorito?», no entienden realmente lo que se les quiere decir. ¿Por qué tendría que importarles a ellos lo que sienten los demás? Ellos son psicópatas.
¿Qué hacer para detectar a un pequeño psicópata? Este es un test para saber si un chaval de entre siete y 14 años puede presentar síntomas de psicopatía. Se incluye en el libro El psicópata, de Vicente Garrido.
¿Diría usted que su hijo, habitualmente...?
1 Alardea de modo ostensible de sus logros.
2 Se enoja cuando se le corrige.
3 Piensa que él es más importante que los demás.
4 Actúa sin pensar.
5 Culpa a otros de sus propios errores.
6 Molesta a otras personas o se burla de ellas.
7 Se mete en situaciones de mucho riesgo o peligro.
8 Comete actos ilegales.
9 No mantiene amistades.
10 Se aburre fácilmente.
11 Se despreocupa por su rendimiento en la escuela.
12 No se siente culpable o malo por algo que ha hecho.
13 Tiene emociones superficiales, como forzadas.
14 No muestra emociones.
15 Actúa de forma amable, pero sin que parezca sincero.
16 No se preocupa por los sentimientos de los demás.
Los primeros 10 puntos son típicos de chicos que se implican en actos antisociales. La mayoría de estos niños no desarrollarán una psicopatía: dependiendo de su conducta y del apoyo que encuentren en su vida, serán capaces de integrarse en la sociedad o, al contrario, serán clientes habituales.
Pero cuando a esos 10 primeros criterios se unen los seis restantes, hay muchas posibilidades de que podamos identificar al niño commo un claro candidato a la psicopatía. Estos seis puntos incluyen lo que podríamos denominar el núcleo de la personalidad psicopática: falta de sentimiento de culpa, insensibilidad emocional y despreocupación por el bienestar de los otros.
Los primerios 10 criterios (de impulsividad e irresponsabilidad) no han de ir necesariamente unidos con los segundos (referidos a la dureza emocional) Dicho de otro modo: muchos de los niños que muestran impulsividad e irresponsabilidad no presentan aspectos de dureza emocional (al menos, no de un modo intenso), pero la mayoría de los que presentan dureza emocional muestran también una conducta impulsiva e irresponsable.
Si sospecha que su hijo muestra rasgos psicóticos, puede contactar con Vicente Garrido en su e-mail(vicente.garridouv.es) o través de su editorial (Alger. Apartado de correos 225. Alzira, Valencia).
No sudan, no parpadean, no se les acelera el corazón:
Imagínese el siguiente experimento: usted está cómodamente sentado y tiene instalados en sus dedos dos electrodos. Escucha un sonido cualquiera, neutral, por espacio de 10 segundos. E, inmediatamente después, recibe una descarga eléctrica. La secuencia se repite varias veces. Lógicamente, llegará un momento en el que usted sentirá ansiedad cuando escuche ese sonido neutral. Debido a la acción de las glándulas sudoríparas, la velocidad de la respuesta eléctrica de su piel aumentará a medida que usted sienta miedo.
Pues bien, la investigación es concluyente; los psicópatas experimentan mucho menos miedo que el resto de los mortales. Y no es sólo que no suden. También se sabe que ante estímulos amenazantes o dañinos, el ritmo cardiaco aumenta. Tras exponer a psicópatas y no psicópatas a una situación en la que esperaban una descarga eléctrica después de una cuenta atrás (10, 9, 8, 7...) se comprobó lo siguiente: los psicópatas disminuían la tasa cardiaca. Estoes: trataban el estímulo doloroso como si fuera algo simplemente interesante; lo que hacían era protegerse del dolor, desconectar de la ansiedad que se asocia con la amenaza de la descarga.
Más pruebas de su dureza. Se coge a un grupo de personas y se les pasa una serie de diapositivas, unas agradables (bonitos amaneceres, verdes prados...) y otras desagradables (personas mostrando dolor, catástrofes). Una persona normal parpadeará mucho ante las imágenes desagradables, y mucho menos ante las agradables. Sin embargo, los psicópatas parpadean lo mismo frente a unas que frente a otras, lo que sugiere que, para ellos, ambas imágenes tienen un valor emocional muy parecido.
IRENE HDEZ. VELASCO
elmundo.es
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