La intolerancia se define como la falta de la habilidad o la voluntad de tolerar algo. En un sentido social o político, es la ausencia de tolerancia de los puntos de vista de otras personas. Para un principio social, es demasiado abierto para interpretación subjetiva debido al hecho de que hay una lista de definiciones sin fin para esta idea. En este último sentido, la intolerancia resulta ser cualquier actitud irrespetuosa hacia las opiniones o características diferentes de las propias. En el plano de las ideas, por ejemplo, se caracteriza por la perseverancia en la propia opinión, a pesar de las razones que se puedan esgrimir contra ella. Supone, por tanto, cierta dureza y rigidez en el mantenimiento de las propias ideas o características, que se tienen como absolutas e inquebrantables (FERRATER MORA,José. Diccionario de filosofía, Ariel, Barcelona, 1980, p. 3267).
Tiene por consecuencia la discriminación dirigida hacia grupos o personas (que puede llegar a la segregación o a la agresión) por el hecho de que éstos piensen, actúen o simplemente sean de manera diferente. Las múltiples manifestaciones de este fenómeno poseen en común la elevación como valor supremo de la propia identidad, ya sea étnica, sexual, ideológica o religiosa, desde la cual se justifica el ejercicio de la marginación hacia el otro diferente. El intolerante considera que ser diferentes equivale a no ser iguales en cuanto a derechos. Podríamos distinguir también una doble vertiente en la intolerancia. Por un lado estarían los grandes casos de la historia, más o menos conocidos por todos. Pero también es un fenómeno sutil que puede identificarse continuamente en cualquier entorno. La intolerancia, pues, tendría una segunda vertiente más cercana, la cual se halla presente en la vida cotidiana.
La intransigencia para con los demás, para con los diferentes escoge distintos objetos. En cualquier caso, siempre supone una diferencia respecto a lo considerado normal o correcto por quienes juzgan. Es la diferencia en el prójimo, ya se base ésta en características de género, culturales, ideológicas o religiosas, contra lo que arremete el intolerante. Formas comunes de intolerancia son el racismo, el sexismo, homofobia, la intolerancia religiosa y la intolerancia política.
La intolerancia se opone a cuanto de racional hay en el hombre y nos acerca a las fieras: “(...) el derecho de intolerancia es absurdo y bárbaro; es el derecho de los tigres; es mucho más horrible aún, porque los tigres no se destrozan sino para comer, y nosotros nos hemos exterminado por unas frases” (P. 40). Voltaire apela a la Historia para demostrar que “(...) de todos los pueblos civilizados de la antigüedad, ninguno cohibió la libertad de pensamiento”
La tolerancia, del latín tolerare (sostener, soportar), es una noción que define el grado de aceptación frente a un elemento contrario a una regla moral, civil o física. Más generalmente, define la capacidad de un individuo de aceptar una cosa con la que no está de acuerdo. Y por extensión moderna, la actitud de un individuo frente a lo que es diferente de sus valores. Otro motivo, para fomentar una actitud tolerante es la evidencia de que somos seres imperfectos, a quienes cuesta hallar verdades. En el Diccionario filosófico afirma en este sentido: “Todos estamos modelados de debilidades y de errores. Perdonémonos las necedades recíprocamente, (...) tenemos que tolerarnos mutuamente, porque somos débiles, inconsecuentes y sujetos a la mutabilidad y al error”
La tolerancia, concebida como admisión de las diferencias manifestadas en el OTRO, es necesaria, pues, para que exista el progreso en su vertiente, por ejemplo, tecnológica. Pero al final de su defensa del intercambio cultural, Levi-Strauss se manifiesta fundamentalmente pesimista, pues considera que las fricciones y conflictos interculturales parecen responder a múltiples y complejas causas que las convierten en inevitables (Ib., 141-142). De este modo, los contactos interculturales no siempre son tan productivos y, desgraciadamente, pueden generar serios conflictos; pero no por eso hemos de renunciar a apelar a la razón para demostrar las ventajas consecuentes del respeto y la aceptación del OTRO. Y si por si esto fuera poco, la gravedad de los posibles conflictos podría conducirnos al suicidio colectivo, con lo que no nos queda más remedio, en este mundo multicultural y dinámico, que optar de una vez por todas por la tolerancia, según el autor suizo.
Wikipedia
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