No podés creer cuando la ves. Tiene 26 años, mide 1.65 y pesa solo 31 kilos, pero eso no es lo peor, pesaba 25 cuando la internaron porque estaba al borde de la muerte. Ella es francesa y después que salió del hospital, hizo lo más arriesgado de su vida: aceptó hacer una campaña en contra de la "moda de las flaquitas", así que posó desnuda y los carteles que aparecieron en las calles con su imagen, asustaron al mundo.
Esta es su historia: Isabelle Caro puso sus increíbles 31 kilos y su atormentado 1,65 de estatura frente a la cámara fotográfica para llevar adelante una campaña contra la anorexia. Su terrible historia empieza cuando apenas tenía 13 años. Nacida en París, Isabelle se fue, o huyó a Marsella para poner tierra de por medio con sus padres, ya que no se llevaban bien.
-¿No te arrepentís de haber posado desnuda mostrando tu cuerpo castigado por la anorexia.
-No. Lo hice porque espero que haga reaccionar a las jóvenes sobre el peligro de esta enfermedad.
-¿Te das cuentas que esas imágenes asustan?
-Yo tenía ganas de asustar con el fin de decir que es la muerte lo que nos espera. He estado escondida demasiado tiempo y ahora quiero mostrarme sin miedo, aunque me repugne mi cuerpo.
-¿Te sentís así, asqueada de tu físico?
-Yo sé que mi cuerpo es repugnante, pero el sufrimiento sicológico y físico que he sufrido solo tendrá algún sentido si puede servir de ayuda a quien ha caído o tiene la tentación de caer en la trampa de la que yo estoy intentando salir.
-¿Qué comés? Porque seguís muy flaquita.
-Como muy poco, casi nada, pero he dejado de vomitar. Empiezo a distinguir el sabor de las cosas. He probado un helado y estaba buenísimo.
-¿Tus medidas son de una niña?
-De una niña impúber. Cuando veo los carteles de la publicidad pienso hacia dentro: qué horror, qué cadáver, qué monstruo. ¿Cómo he podido llegar hasta aquí, qué me ha pasado realmente para destruirme?
-¿Estuviste en coma?
-Sí, por 15 horas. Estaba prácticamente muerta.
-¿Qué te dolía?
-Mis dolores eran terroríficos. Sentía calambres y latigazos. Era incapaz de mover los dedos. Experimenté la sensación del túnel. Había una luz. Un final. Creo que entonces encontré, no sé dónde, la fuerza para salir viva.
-Muchos no se explican por qué te expusiste así, Isabelle.
-Hice el sacrificio de mostrar este cuerpo que odio para que las mujeres jóvenes y el mundo de la moda puedan ver a dónde nos puede llevar la dictadura de lucir delgados. Ser demasiado flaco puede terminar en la muerte y es todo menos bonito, de hecho todo lo contrario. Quería proclamar mi sufrimiento.
-¿Tuviste miedo al posar desnuda?
-No hay nada peor para una anoréxica que mostrarse desnuda, porque está en guerra con su cuerpo, siente que está demasiado gordo. Apenas hace unos meses caí en cuenta de lo flaca que era, pesaba 25 kilos. Mi deseo de denunciar esta terrible enfermedad fue más poderoso que mi modestia.
-¿Qué pensás de la vida ahora, de tu vida?
-La vida vale la pena vivirla porque es hermosa. Es necesario luchar. He estado tan cerca de la muerte que ahora me doy cuenta del peligro que corrí.
-¿Tus fotos no te parecen demasiado tétricas?
-Esta campaña muestra la realidad de la moda tal como si las modelos estuvieran luciendo sus cuerpos sin ropa. Soy de la misma talla de las modelos a las que los diseñadores les piden modelar ropa talla cero, es decir, por debajo de un 34. Algunas niñas de Europa del Este mueren de hambre para apoyar a sus familias. En Brasil, dos modelos murieron recientemente. Los diseñadores son irresponsables. Explotan a las jóvenes que están dispuestas a hacer lo que sea para trabajar.
-¿Qué opinás de la moda para flaquísimas?
-Es escandaloso y criminal promover entre las mujeres jóvenes que dejen de alimentarse para satisfacer la fantasía de la extrema flacura. La anorexia es una enfermedad, no un modo de vida.
-¿Estás segura que tu foto va a tener un efecto preventivo sobre otras mujeres jóvenes?
-Sin duda. Incluso en mis peores períodos de anorexia, entre los 13 y los 15 años, cuando aún pensaba que estaba gorda, definitivamente me hubiera afectado una fotografía tan desagradable. Me hubiera dicho: "No quiero lucir como ella, una jovencita con el cuerpo de una mujer vieja y cansada". Espero que este anuncio ayude, aún cuando sea a una sola persona.
-Este anuncio se prohibió en Francia. ¿Sabés por qué?
-No, y estoy muy desilusionada con esa decisión. En Francia nos estamos escondiendo de la realidad de la anorexia. Por ejemplo, la industria de la moda no impone ningún criterio real sobre la talla de las top models. Los cuerpos se están ocultando detrás de la ostentación, el maquillaje, el pelo, la ropa y el glamour.
-Realmente, ¿qué te pasó para que seas anoréxica?
-Todavía me es difícil hablar de eso. Mi madre sufría de depresión. Yo tenía cuatro años y me aisló del mundo. No me mandó al colegio. Me forzó a aprender violín. No me permitía salir a menos que tuviera una bufanda sobre mi cara para que no respirara (había oído en la radio que el aire fresco hacía crecer). No quería que creciera, me medía a diario. A los 13 años decidí que quería dejar de crecer. Todo empezó con una imagen: caminaba con mi madre por un callejón hacia la casa y ella cargaba una botella de gas. Me dijo: "¿sabes lo que es cargar 35 kilos?". Tiempo después fui al doctor por una infección en la garganta. Me midieron y pesaron y vi la desilusión en los ojos de mi madre. Pesaba 39 kilos. Ahí decidí dejar de comer.
-¿De un momento a otro dejaste de comer?
-Fue gradual. Yo era ingeniosa para que mi madre no se diera cuenta. Al comienzo, uno no se da cuenta de lo que está sucediendo, está en un estado de euforia.
-¿Te sentías orgullosa porque no comías?
-Sí. Cuando uno comienza a perder peso, siente que tiene todo bajo control. Y entonces, rápidamente entra en un círculo vicioso de consecuencias irreversibles: el pelo y los dientes se te comienzan a caer, desarrollas problemas de visión. Casi pierdo la visión de uno de mis ojos. Poco a poco, uno cae en una espiral diabólica, de muerte.
-¿Cuántas veces llegaste a estar cerca de la muerte?
-Muchas veces. He entrado en coma en varias ocasiones. Un día realmente pensé que había muerto. Me vi en el otro lado. Fue entonces cuando decidí regresar al mundo de los vivos.
-¿Qué fue lo más duro para vos en todo este tiempo?
-Cuando tuve que ser hospitalizada. Pasé varios períodos en el hospital, incluso en centros especiales, y fui maltratada. Te apartan de tus seres queridos, los doctores te hacen sentir culpable. Todos piensan que eres responsable de tu condición y que te estás haciendo la difícil al negarte a comer. Las enfermeras eran toscas. Cuando me bañaban, eran muy duras con mi demacrado cuerpo. El tratamiento lo sentía como si estuviera siendo violada.
-¿Cómo te alimentaban?
-En el hospital te alimentan con una sonda estomacal. Te fuerzan a ganar peso. Te tratan los síntomas, pero no la enfermedad mental.
-¿Seguís enferma?
-He decidido sanarme, pero a mi propio ritmo; de otra manera fracasaría. Como muy poco pero mejor, cada vez mejor. Es una batalla diaria, pero lo lograré, porque escogí vivir.
-Ahora tenés 31 kilos. ¿Te sentís mejor?
-He trabajado muy duro para llegar acá, luché de verdad y fue muy difícil. Y sí, me siento mejor.
-¿Alguna vez te ha gustado su cuerpo?
-Nunca. Siempre sentí que estaba muy gorda. Ese es el principio detrás de la anorexia; quienes la sufren no son capaces de amar sus cuerpos. Incluso de niña, no me gustaba mi cuerpo aún cuando era una chica normal.
-¿Qué querés decirles a las jóvenes que se encuentran en su misma situación?
-Sé las palabras que debo usar cuando hablo con ellas. Los doctores no se las saben. Pero sobre todo, no se debe hablar de peso a una anoréxica. Hay que enseñarles a amar la vida de manera gradual, por ejemplo, a través de la pintura o de clases de teatro. Quisiera encontrar un lugar donde pudieran hablar sin temor a lo que otros puedan pensar de ellas. Un buen siquiatra no debe tratar la anorexia como una enfermedad en sí misma, sino que debe buscar la historia detrás de las razones para ser anoréxico. Quisiera encontrar una estructura con doctores y sicólogos donde las jóvenes no sean encerradas o aisladas del mundo. Eso es lo peor que pueden hacerles.
Fuente: entrevistas concedidas a revistas internacionales.
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Las males que padece Isabelle
La modelo Isabelle confiesa que la anorexia causa no solo debilidad sino muchos dolores, y además, te produce defectos físicos. He aquí la listita que da de sus padecimientos:
-Ha perdido la visión de un ojo.
-Tiene problemas a la hora de mantener relaciones sexuales porque sufre muchos dolores de huesos y hemorragias.
-Tiene el cabello muy débil y que se le cae con demasiada facilidad.
-Tiene la piel de una persona mayor y un aspecto totalmente enfermizo.
-Tiene muchas arrugas a sus apenas 26 años.
-Tiene problemas dentarios y ya ha perdido muchos dientes.
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