- Historia de un desvergonzado

El Maharishi Mahesh Yogui nació el 12 de enero de 1917 como Mahesh Prasad Varma, y recibió una buena educación. Sus biógrafos aseguran que estudió "física y matemáticas" en la Universidad de Allahabad, pero como ningún Mahesh Prasad Varma estuvo nunca matriculado en dicha casa de estudios, la versión oficial es que se inscribió como M C Srivastava, sin explicar si falsificó papeles para entrar, si lo consiguió mediante un milagro o si simplemente es una de las innumerables fábulas del Maharishi para impresionar a los crédulos.



Fue devoto (o zalamero adulador) discípulo del Gurú Dev Swami Brahmanand durante más de una década, pero cuando éste murió y no lo nombró sucesor, Mahesh decidió ponerse por su cuenta y fue primero a Uttar Kashi, donde vivió del fervor popular por los hombres santos o saddhu que plagan la zona, con lo cual es legítimo decir que el que sería el Maharishi Mahesh Yogui no ha hecho ni un solo día de trabajo honrado y real en toda su existencia, con una vocación de parásito que envidiaría cualquier tenia.

Hacia 1955-56 empezó a dar "conferencias" en el sur de la India y descubrió que en eso tenía un enorme éxito, con lo que las "invitaciones" (pagadas) para que hablara se multiplicaron. Allí surgió su idea de que no hay que ser monje ni actuar como tal para alcanzar las más altas metas espirituales, lo cual le abría la puerta para vivir como príncipe vendiendo espiritualidad, cosa que ya empezaba a hacer.

Su lanzamiento a internacional fue en noviembre de 1957, cuando habló en el Congreso Vegetariano Mundial explicando que con la meditación podría convertirnos a todos en vegetarianos. Después de ello, formó el Movimiento de la Regeneración Espiritual, que se dedicó a abrir centros de meditación por toda la India. Mahesh, ya convertido en el Maharishi Mahesh Yogui, decidió conquistar el mundo abriendo centros de su empresita: Birmania, Malasia, Singapur, Hong Kong y, finalmente, Estados Unidos en enero de 1959, en California.

En poco tiempo ya vivía y comía gratis con sus adeptos. En breve, el Maharishi (llamado "the giggling gutu" o "el gurú de las risitas", porque constantemente soltaba risitas al hablar con la prensa, según los malpensados porque lo reventaba de risa la idea de que tantos se estuvieran tragando cualquier bobada que se le ocurriera soltar al gordito hindú) tenia chófer, comida de primera y casa con los que iba "iniciando" al mayoreo, y con el tiempo locales para poner sucursales de su negocio.

El biógrafo oficial del Maharishi, Paul Mason, fuente de la información aquí contenida, para que no se diga que nos documentamos con los "enemigos" del bon vivant indostano, cuenta que cuando se necesitó demasiado dinero para cumplir los deseos del Maharishi de tener centros dedicados a su rollo, algunos propusieron cobrar por ver al gordo, pero otros se preocuparon de que quienes no tuvieran dinero no pudieran "iluminarse". Relata Mason algo que vale la pena citar literalmente:

... se acordó que el pago por la iniciación se relacionaría con los ingresos. En octubre de 1955, Bal Brahmachari Mahesh había declarado: "El camino es recto y la entrada es gratuita". Pero en 1959 se llegó a establecer una cuota del salario de una semana, al parecer según el principio de "A la tierra que fueres, haz lo que vieres".

Obviamente, desde el principio el Maharishi se ocupó de "iluminar" preferentemente a los ricos y famosos. Una semana del salario de una estrella de Hollywood "regenera el espíritu" e "ilumina" bastante más que una semana del salario de un carpintero.

Algunos de los caprichos del Maharishi son notables, como su gusto por el jugo de uva... lo peculiar no es el gusto por esta bebida en particular, sino que cada uva debía pelarse individualmente para exprimirla, y pasó un tiempo antes de que aceptara un jugo industrializado.

El gordo swami comenzó entonces una serie interminable de viajes, de apertura de centros y de establecimiento de diversas organizaciones cuyos ingresos, todos, iban a dar a una cuenta en Suiza. Por ejemplo, a fines de 1959 viajó a Londres y se repitió el esquema: vivir como rey a costa de los "iniciados" como el millonario Henry Nyburg, quien se lo llevó a conocer Suiza, Austria, Frqancia y Alemania en un Rolls Royce (esto de los Rolls Royce místicos no puede ser casualidad, pensaría uno).

Hacia 1960, el Maharishi inventa la historia de incorporar "la ciencia" a las enseñanzas tradicionales, poniendo las bases para las innumerables estupideces sobre "cuántica" y "ayur veda" que han hecho multimillonario a Deepak Chopra y que son la coartada de numerosos charlatanes. En Alemania dice que sus enseñanzas son las mismas que las de Cristo y Buda, con lo que aumentaba notablemente el número de clientes (es decir "iniciados") potenciales.

Fue atacando así todos los países europeos hasta 1961, y en 1962 desembarca en África y publica el libro pretenciosamente intitulado El descubrimiento de la "energía nuclear vital", la teoría del absoluto del Maharishi: el cumplimiento de la teoría de la relatividad del doctor Einstein, sublime tontería que reproducen numerosos engañabobos actuales (para darse una idea, vaya al grupo de correos Charlatanes y busque los delirios asombrosísimos del embaucador Paulino María Iñigo (sin acento en la "I"). Inventa además dos jugosos cuentos. El primero es que hay un Plan Divino para la humanidad, y que humildemente el pobre Maharishi es el encargado de hacer realidad tal plan para salvarnos. El segundo es el cuento de los "mantras".

Los misteriosos "mantras"

Un "mantra" es una serie de sílabas o palabras que uno repite hasta la saciedad como parte del proceso de "meditación" en las versiones orientales de esta práctica. En la realidad, aunque la meditación funciona para relajarlo a uno, en el proceso importa un rábano si uno repite o no un mantra.

Pero el Maharishi inventó un sistema bastante ingenioso para mantener el asombro de sus seguidores. Según esto, cada discípulo recibía un "mantra" personal e intransferible (como una tarjeta de crédito mística) que, sin embargo, perdería su fuerza mística si se revelaba, era un secreto entre la inocente víctima y su "maestro" de Meditación Trascendental®. Lo asombroso es que si uno se muda, o el maestro se va de juerga, o simplemente durante un viaje quiere dejarle algo de dinero a alguno de los bazares místicos del Maharishi, el "maestro" que le toque sabrá "mágicamente" cuál es "su mantra único, singular, personal e intransferible", lo cual sin duda impresiona.

Pero se ha descubierto que los mantras son los mismos para todas las personas de cada grupo de edad y sexo, como lo han determinado documentos presentados en los tribunales en casos contra la organización del gurú de las risitas.

Así, según grupo de edades, los mantras son (o solían ser): 12-13 Em, 14-15 Enga, 16-17 Ema, 18-19 Aing, 20-21 Aim, 22-23 Ainga, 24-25 Aima, 26-29 Shiring, 30-34 Shirim, 35-39 Hiring, 40-44 Hirim, 45-49 Kiring, 20-21 Aim, 50-54 Kirim, 55-59 Sham, 60-on Shama.

Un mago de escenario aplaudiría, porque el sistema es sin duda ingenioso. No así los ex-miembros de TM®, que se han sentido engañados por el gurú y que tienen, entre otras formas de denunciarlo y de apoyarse el Boletín de ex-miembros de TM®.

En 1963 publicó Science of Being and Art of Living (La ciencia de ser y el arte de vivir), donde volvía al cuento de que integraba los Vedas con la ciencia moderna. A fines de ese año inventó que, además de la vigilia, el sueño y el sueño profundo (o REM) había un cuarto estado de conciencia ampliada, un quinto, la "conciencia cósmica", y hasta un sexto, la "conciencia de Dios". Como funcionó, tres años después inventó un "séptimo estado" de la conciencia el "Conocimiento supremo". En 63 también dijo que al meditar se podía cambiar la realidad física alrededor del meditante.

En 1965, el Maharishi consiguió a dos adeptos clave, John Densmore, baterista, y Ray Manzarek, tecladista, que formaron el grupo, The Doors. Y es que los dictados del Maharishi sobre la "conciencia cósmica" y la "liberación espiritual", así como su idea de una "era de Acuario" cayeron en el mundo hippie como anillo al dedo, lo que le valió más seguidores entre los jóvenes rebeldes y, en particular, entre músicos y actores agobiados por el trabajo, relacionados con las drogas, insatisfechos y solos en la cima. Ante el movimieno (mientras que en entrevistas decía estar contra el desarme nuclear y apoyar la presencia de Estados Unidos en Vietnam), en 1966 agregó un adjetivo a su forma de meditación, que ahora era, "meditación trascendental", lo que vendía muy bien. La "meditación trascendental" supuestamente manejaba una cosa inexistente llamada el "campo trascendental", algo así como el "campo magnético" o el "campo gravitacional", pero referido a la conciencia cósmica y que, por tanto, regía o dominaba a todos los demás (esto sería clave de sus afirmaciones más descabelladas en años posteriores).

El Maharishi y los Beatles


El encuentro con Los Beatles ocurrió en agosto de 1967, en un hotel de Londres. El Maharishi no tardó en darse cuenta de que la fama delirante del grupo podía darle un enorme impulso.

Pronto, el gurú estaba usando el nombre de los Beatles sin permiso, según relata Peter Brown, anunciando que irían a sus programas de televisión y exigiéndoles dinero, entre el 10 y el 25% de sus ingresos anuales, entregados en la famosa cuenta suiza. Este interés crematístico puso a los jóvenes músicos en guardia, y el ídolo finalmente se derrumbó cuando, en Rishikesh, el Maharishi se portó demasiado afectuoso en privado con Mia Farrow, abrazándola después de una sesión privada de meditación, lo que horrorizó a la joven actriz, que salió huyendo de las instalaciones del Maharishi (y así lo cuenta en su autobiografía la propia Farrow, pese a los intentos de los adeptos del Maharishi de negar el incidente).

Los Beatles rompieron con el Maharishi. Cuando éste les preguntó por qué, Lennon le contestó: "Si eres tan cósmico, sabrás por qué", y Lennon narra que en ese momento el Maharishi lo miró como diciendo "Te voy a matar, bastardo", un instante de ira que lo desenmascaraba a ojos del poco educado pero muy perceptivo músico.

De vuelta en casa, Lennon escribió la canción "Maharishi", aunque sus abogados, temiendo una demanda del gordito que entre sonrisa y sonrisa era bastante avaricioso y peligroso, le recomendaron que no usara el nombre. Así nacía "Sexy Sadie".



El Maharishi aprovechó al máximo la popularidad que le dio el ser "el gurú de Los Beatles" y el que los medios, como es habitual, dieran poca difusión a la ruptura con Los Beatles y a sus motivos.

Se instaló definitivamente en los Estados Unidos (aunque su central financiera está en Holanda) y sus planes florecieron. Compró una universidad, puso un partido político (el "Partido de la Ley Natural", presente en unos 80 países) como quien pone una tienda, tiene una empresa de construcción (Maharishi Global Construction, que hace edificios que crean "felicidad, armonía y prosperidad"), una empresa de arquitectura (Maharishi Vedic Architecture, que diseña edificios que también producen, se supone, "buena salud, felicidad, armonía familiar e iluminación"), restaurantes que hacen "comida ayur-védica" supuestamente adaptada a las necesidades del comensal, fundó el "Servicio de consultaría corporativa astrológica" que ahora parece estar inactivo, pero en el que uno podía hacer consultas por 150 euros, pero el negocio de la astrología védica sigue.

Hay muchos más, pero el negocio más raro del Maharishi es, sin duda, su Yoguic Flying Club o club de vuelo yóguico, en el que le cobra a la gente por enseñarle a levitar, para lo cual usaba fotografías trucadas. El tema le costó 138 mil dólares en 1987 cuando perdió un juicio contra un hombre que lo demandó por no enseñarle a volar, pero esa cantidad es nada en la fortuna del Maharishi.

Viendo que mentir le podía salir barato (y que ganaba más con la mentira que lo que perdía en los tribunales), el Maharishi se desmelenó completamente, afirmaba que si muchas personas meditan pueden cambiar la realidad. Ha afirmado que sus maratones meditantes han disminuido los niveles de criminalidad en algunas ciudades (los estudios demuestran que no hay tal), que pueden controlar huracanes, mejorar la salud de la comunidad, etc., gracias a algo que modestamente llamó "el efecto Maharishi" y que hasta hoy no hay ni una prueba de que exista.

Lo que sí hay son muchos datos sobre las mentiras de la Meditación Trascendental.

Y eso mencionando sólo de paso cómo atrajo a Deepak Chopra y cómo este famosísimo engañabobos se peleó con el Maharishi por cosas de dinerillos y también "se puso por su cuenta", atendiendo igualmente a los ricos y famosos para ganar dinero con mentiras salpicadas de falsedades sobre la "cuántica" y demás, como buen discípulo (de verdad) del Maharishi.

Pero el gurú cobra y ríe, dice tonterías y ríe, engaña y ríe. Lo opuesto, pues, a lo que fue Lennon. Por eso vale la pena tener en mente al embaucador indostano cuando leemos lo que escribió Gabriel García Márquez el 16 de diciembre de 1980 por la muerte de Lennon:

En un siglo en que los vencedores son siempre los que pegan más fuerte, los que sacan más votos, los que meten más goles, los hombres más ricos y las mujeres más bellas, es alentadora la conmoción que ha causado en el mundo entero la muerte de un hombre que no había hecho nada más que cantarle al amor. Es la apoteosis de los que nunca ganan.

Los gurús pegan más fuerte y son más ricos, sí. Los que nunca ganan, no lo olvidemos, son las víctimas de los estafadores que venden espiritualidad falsa a cambio de dinero contante y sonante.

http://antipachamamistasenaccion.blogspot.com

1 comentarios:

Anónimo 19 de febrero de 2008, 15:18  

El problema no se centra en que algunos engañen, más bien está en los que se dejan engañar.
Nos recuerda a el TIMO de la "ESTAMPITA" en el que la avaricia de alcanzar algo (aquí un estado superior) es a veces mayor que el dinero propio.
Incluso los INOCENTES Beatles, quisieron comprar el cielo, y se encontraron con las tipicas y crudas miserias humanas, desesperantemente humanas.
slds
g

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Nicolás Maquiavelo:

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos. En general los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver pero pocos comprenden lo que ven.

1948 - George Orwell


Se trata de esto: el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro. Ahora comprenderás lo que significa el poder puro. Somos diferentes de todas las oligarquías del pasado porque sabemos lo que estamos haciendo.

Todos los demás, incluso los que se parecían a nosotros, eran cobardes o hipócritas. Los nazis alemanes y los comunistas rusos se acercaban mucho a nosotros por sus métodos, pero nunca tuvieron el valor de reconocer sus propios motivos. Pretendían, y quizá lo creían sinceramente, que se habían apoderado de los mandos contra su voluntad y para un tiempo limitado y que a la vuelta de la esquina, como quien dice, había un paraíso donde todos los seres humanos serían libres e iguales.

Nosotros no somos así. Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución no es más que la persecución misma. La tortura sólo tiene como finalidad la misma tortura. Y el objeto del poder no es más que el poder. ¿Empiezas a entenderme?