- Estudiante de Psicología

Theodore Robert Cowell, más conocido como Ted Bundy, (n. Burlington, Vermont, 24 de noviembre de 1946 - m. Florida, 24 de enero de 1989) fue un asesino en serie estadounidense, autor de aproximadamente 100 asesinatos que sentenciaron su ejecución en la silla eléctrica. Es reconocido por sus sanguinarios crímenes y su alarmante cantidad de delitos.



Su madre fue Louise Cowell y su padre un veterano de la fuerza aérea cuya identidad Bundy desconoció toda la vida. Tras su nacimiento, Louise fue a vivir con sus padres. Además, se le hizo creer al niño que sus abuelos eran sus padres y que su madre biológica era su hermana mayor. Esta decisión se tomó con el objetivo de proteger a la joven mujer de las críticas de la sociedad en contra de las madres solteras. Sin embargo esto resultaría negativo para Bundy, ya que en algún momento debía enterarse del engaño. A la edad de 4 años Bundy y su madre se mudaron a Tacoma, Washington, a vivir con otros parientes. En ese lugar la madre se enamoró de un cocinero del ejército llamado Johnnie Culpepper Bundy, con el cual se casó en mayo de 1951. De ese modo Ted asumió el apellido Bundy que conservaría toda la vida. El matrimonio fructificó con 4 hermanos más para Bundy y a pesar de que Johnnie trató de formar un lazo afectivo de padre a hijo con Ted incluyéndolo en todas las actividades familiares, este no pudo solidificarse nunca.

Universidad y primeros delitos

Estudió en la Universidad de Washington y en Puget Sound, además fue aplicado en sus estudios y calificaciones. En el plano laboral, tomó empleos de bajo nivel, pero no perduró mucho en ellos. Sus empleadores lo recuerdan como alguien poco confiable. Cosa que es usual de los asesinos seriales; el mantener escaso control y disciplina en su trabajo. Luego, en la primavera de 1967, entabló una relación amorosa con Stephanie, una joven hermosa, inteligente, sofisticada y de buena familia, proveniente de San Francisco, que cambió su vida entera. La muchacha fue el sueño hecho realidad que Bundy imaginó toda su vida. Sin embargo, aunque Bundy la amaba, este amor no fue correspondido. En 1969, año que consiguió el graduado de Psicología, la muchacha decidió terminar la relación con Bundy, ya que vio enormes huecos en su personalidad, principalmente la falta de dirección y objetivos claros en su vida. Ted nunca se recuperó de la ruptura, aquella muchacha se convirtió en toda una obsesión. Intentó seguir en contacto con ella escribiéndole cartas, aunque ella no cambió de decisión.

Por la ruptura anterior, Bundy dejó los estudios, pero de alguna manera rehizo sus asuntos y se re inscribió en la universidad de Washington esta vez en la carrera de Derecho. En dicha materia era brillante y querido por sus profesores. En esta época inició un romance con Elizabeth Kendall (seudónimo), que duró aproximadamente 5 años. Ella venía de un reciente divorcio y tenía una pequeña hija, por lo tanto vio a Ted como una excelente oportunidad. A pesar de que sabia que él no la amaba tanto y de que ante la idea del matrimonio él demostró su desaprobación -pues creía que le faltaban muchas cosas por lograr antes de casarse- y, aparte de todo, que sospechaba que mantenía relaciones con otras mujeres, guardaba la esperanza de que cambiara para bien y que finalmente sentara cabeza al lado de ella y su hija. Elizabeth Kendall desconocía de la pasada relación de Bundy con la californiana y que aún mantenían comunicación entre ellos. Desde 1969 hasta 1972 todo fue en la dirección deseada, Bundy envió solicitudes de admisión a varias escuelas de derecho y estuvo involucrado en actividades comunitarias. Incluso obtuvo una condecoración de la policía de Seattle por salvar a un pequeño de 3 años de morir ahogado. Estuvo involucrado con figuras importantes del Partido Republicano, pero fue en un viaje de trabajo a California en 1973, que se reencontró con su antigua novia. Al verlo, quedó impresionada por el enorme cambio que experimentó Bundy, y el tema del matrimonio salió a flote en varios de los encuentros amorosos que ambos sostuvieron en el verano e invierno. Ante estos cortejos la chica cayó de nuevo enamorada de Ted Bundy, pero repentinamente éste terminó la relación. Para febrero de 1974 se consumó la venganza, no devolviéndole ninguna llamada más a la muchacha. De hecho ella jamás volvió a saber nada de Bundy. Luego comenzó la serie de asesinatos; la mayoría de las víctimas de Bundy serían en lo sucesivo mujeres atractivas, blancas, de cabello negro lacio y peinado por la mitad.

Anteriormente a todos los asesinatos, produjo un número de pequeños hurtos en casas y comercios, siempre estimulado por una cantidad de alcohol.

La aparición de sus primeros rasgos psicopáticos se produce en su juventud. Una vez recluido confesó que espiaba a las chicas cambiarse de ropa, es decir, verlas desnudas, poco después comenzó a interesarse en la pornografía, leer revistas, pero más tarde a leer textos en los que la violencia ahoga al hecho sexual. Esto alimentó sus fantasías, por eso, el 4 de enero de 1974, Bundy entró al cuarto de Joni Lenz, de 18 años y estudiante de universidad. La golpeó con una palanca metálica, inclusive removió una pieza de la cama de la víctima y la agredió sexualmente con la misma. Al día siguiente, la mujer fue encontrada en un charco de su propia sangre. Sobrevivió pero con daño cerebral permanente. La siguiente fue Lynda Ann Healy, de 21 años, estudiante de psicología en la Universidad de Washington. El 31 de enero de 1974, Bundy logró colarse a su dormitorio y la golpeó dejándola inconsciente. La vistió para luego envolverla en una sábana. Sus restos decapitados fueron hallados un año después en las montañas cercanas. La noche de su desaparición, sus vecinos de cuarto nada pudieron escuchar, así que nadie notó la ausencia de la muchacha hasta el día siguiente, cuando sonó el despertador y el teléfono. Finalmente los padres se preocuparon ante la ausencia de Lynda, pero la policía no fue capaz de establecer que algún crimen grave hubiera sido cometido, así que no se tomaron mayores muestras ni estudios del escenario del crimen.

Continúan los asesinatos

Durante la primavera y verano de 1974, bajo similares circunstancias, siguieron desapareciendo jovencitas universitarias. Todas ellas eran mujeres atractivas, de cabello a los hombros, lacio y de color oscuro. Igualmente, su desaparición fue descubierta por las mañanas, cuando se ausentaban de sus labores cotidianas. Al menos 8 víctimas se contabilizaron hasta que Bundy atacó a plena luz del día. Mientras tanto la policía comenzó la investigación; los testimonios apuntaban hacia un hombre a quien se identificaba por "Ted", que solicitaba la ayuda de jovencitas que veía pasar. Se le veía en apuros cargando libros, pues traía un brazo enyesado o con un cabestrillo. Otras veces también se le vio en problemas para echar a andar su volkswagen. En otras ocasiones fue visto merodear el sitio donde habían desaparecido dos muchachas, así que la policía ya tenía varias pistas de quien podría ser el responsable de los crímenes.

En agosto de 1974, en el parque del Lago Sammamish, fueron hallados los restos de dos muchachas desaparecidas en julio pasado. Fue notable el hecho de que fueran identificadas las víctimas, por la escasez de pistas; mechones de cabello de diferentes colores, una quijada, dos cráneos y cinco huesos de pierna, fue todo lo rescatado del parque. Se concluyó que dichos restos pertenecieron a Janice Ott y Denise Naslund, ambas desaparecidas a plena luz del día el 14 de julio. Los últimos en ver con vida a Janice Ott, fueron dos personas, que vieron a un hombre platicar con la muchacha. Escucharon que el sujeto necesitaba ayuda para cargar su bote al carro pues tenía un brazo enyesado, a lo cual la mujer accedió sin ningún problema. Denise Naslund pasaba el día con su novio y amistades, cuando fue al baño del parque. Igualmente se apareció un hombre solicitando ayuda a un par de mujeres para cargar su bote al auto, pero éstas dijeron que no podían ayudarlo. Caso contrario a Naslund que no pudo negarse a ayudar a un hombre con un brazo enyesado.

Bundy contaba con una ventaja sobre la policía, pues su aspecto podía cambiar enormemente con sólo ajustar el estilo de peinado y por dejarse crecer o rasurarse la barba. Sus rasgos físicos lo hacían un hombre bien parecido, pero que no llamaba demasiado la atención, por lo que era muy difícil seguirle la pista. Así fue que cambió de residencia para seguir con los asesinatos y se fue al estado de Utah. En ese lugar asesinó a la hija del sheriff local, Melissa Smith el 18 de octubre de 1974. Días después siguió con Laura Aimee, cuyo cuerpo fue localizado en las montañas Wasatch. El cuerpo mostraba huellas de haber sido golpeado en la cabeza, con la clásica cuña de metal, había sido violado y sodomizado. La policía estableció que había sido asesinada en otra parte, puesto que no había señales de sangre de la víctima en lugar del hallazgo. La policía del estado comenzó una frenética búsqueda del asesino, pero la similitud en el modus operandi los hizo contactar a los oficiales de Washington, con quienes conjuntamente acumularon evidencias hasta publicar un croquis con la probable apariencia del asesino.

Primera captura

Gracias al retrato hablado del asesino, una amiga cercana de Elizabeth Kendall identificó al probable asesino como Ted Bundy, de quien tenía muy mala impresión. Ya que el parecido era innegable, se lo hizo saber a su amiga, que irónicamente estaba al tanto de los crímenes y escribía regularmente reportes acerca del asunto. De hecho Kendall llegó a convencerse de que su novio podía ser el asesino, pues muchas claves apuntaban directamente hacia él. El parecido de Ted con el croquis de la policía, el hecho de que conducía un Volkswagen sedan, como el asesino. Además vio muletas en su departamento, a pesar de que él no se había lesionado. Dada la situación, llamó de manera anónima a la policía sugiriendo que su actual novio podía tener algo que ver en las muertes. A pesar de que facilitó fotos recientes de Bundy a la policía, los testigos fallaron al tratar de hacer la correspondiente identificación. La policía desechó esa pista para enfocarse en otros reportes. La atención hacia Ted Bundy se disipó hasta algunos años después. Mientras tanto el asesino se confió en la estrategia de pasarse de un estado a otro, para evitar que la policía descubriera alguno de sus patrones. Así, sus intentos y avances fueron cada vez más burdos y arriesgados, al grado de que las víctimas ya no caían tan fácil, algunas convirtiéndose en útiles testigos, que más tarde hicieron posible la captura de Bundy.

Las pruebas contra Bundy eran ya inobjetables; se le detuvo debido a que los oficiales de camino, en cada condado son conocedores de todos los vecinos y ponen mucha atención en los coches que no conocen. Como existía el antecedente de un Volkswagen sedan implicado en un secuestro, fue cuestión de poco tiempo para que se le detuviera. En las primeras inspecciones fueron halladas la palanca de metal (arma predilecta de Bundy), esposas, cinta y otros objetos que hicieron sospechar inmediatamente del detenido. La evidencia hallada fue ligada paulatinamente a la desaparición de otras mujeres (Melissa Smith, Laura Aime y Debby Kent) y gracias a la colaboración de la directora del teatro de la escuela que merodeaba Bundy y de Carol DaRonch, la identificación de Bundy fue corroborada policialmente. La policía supo que tenía en su poder al sujeto indicado y comenzó la investigación a gran escala del hombre identificado como Theodore Robert Bundy.

Primer juicio

El 23 de febrero de 1976 comenzó el juicio contra Ted Bundy por secuestro agravado. El acusado llegó a la sala confiado y dueño de sí mismo, pensando que no había suficiente evidencia en contra suya. No previó el impacto que tuvo la declaración de Carol DaRonch, a quien el fiscal pidió identificar al hombre que la atacó. Sin dudarlo, señaló directamente a Bundy, a la vez que estalló en llanto. En su defensa dijo que ni siquiera conocía a la chica, pero tampoco tuvo alguna coartada del día de los hechos. Al juez le tomó el fin de semana revisar a fondo el caso, y el acusado fue sentenciado el 30 de junio a una cadena de 15 años, con posibilidad de libertad condicional. En la prisión se le efectuaron las pruebas psicológicas que el juez había ordenado. Los doctores determinaron que Bundy no estaba psicótico, sexualmente desviado, ni dependiente de drogas y alcohol o que sufriera de algún daño cerebral. Estando preso en Utah, se prepararon más procesos contra Bundy.

Las pruebas periciales al Volkswagen sedan de Bundy habían tomado un poco de tiempo, pero las muestras de cabello tomadas coincidieron con las de Melissa Smith y de Caryn Campbell. Exámenes posteriores revelaron que las marcas de las lesiones craneales podían haber sido causadas por la palanca hallada un año antes, en el vehículo de Bundy. Entonces la policía de Colorado levantó el cargo de asesinato el 22 de octubre de 1976. En abril de 1977 Bundy es trasladado a la cárcel del condado Garfield para encarar este nuevo proceso. Durante los preparativos del juicio, Bundy decidió defenderse a sí mismo ante la supuesta incapacidad de sus abogados, a quienes despidió. Con tanto trabajo ante sí, se le permitió visitar la biblioteca de la corte de Aspen. Nadie imaginó que la verdadera estrategia fue intentar escapar.

Últimos crímenes

El 14 de enero, el edificio de la fraternidad Chi Omega estuvo semivacío, pues la mayoría de las ocupantes estuvieron de fiesta o en salones de baile aprovechando que esa noche no hubo toque de queda. A las 3 a.m. el novio de Nita Neary la dejó a la puerta de la fraternidad y la chica notó que la puerta esta abierta. Tan pronto entró al edificio escuchó actividad y pasos de alguien corriendo en el piso de arriba, inmediatamente el sonido se acercó a las escaleras. Alcanzó a esconderse y observó bajar y salir del edificio a un hombre que llevaba una gorra tejida color azul, y en el brazo lo que parecía una carpeta envuelta en un trapo. Pensó que alguien había asaltado la fraternidad, así que buscó a su compañera de habitación Nancy y sin saber qué hacer, fueron en busca de la encargada del edificio. No tardaron en toparse otra compañera llamada Karen, quien se tambaleaba por el pasillo, herida y con la cabeza cubierta de sangre. Pronto descubrieron otra muchacha mas, gravemente herida. Aquella noche Bundy efectuó uno de sus ataques más terribles, por la saña y número de víctimas; la policía encontró el cadáver de Lisa Levy a quien golpeó en la cabeza, violó y que casi de una mordida le desprendió un pezón del pecho. Además insertó en su vagina una lata de spray para el cabello. Luego, este ataque a Lisa Levy resultó de crucial importancia en el destino de Bundy.

Margaret Bowman falleció por estrangulamiento, igualmente atacada mientras dormía. Los análisis forenses indicaron que no fue atacada sexualmente como Lisa Levy. Sin embargo, los golpes a su cabeza fueron tan brutales, que parte de la masa encefálica estaba expuesta cuando fue hallado el cuerpo. Las demás víctimas no pudieron aportar ningún dato sobre el atacante, únicamente la señorita Neary fue capaz de proporcionar los mayores datos. Bundy no había terminado aún su noche, no lejos de la fraternidad atacó a una chica más, afortunadamente los vecinos se percataron y telefonearon al departamento de la mujer; logrando salvar la vida de la chica, que inmediatamente fue asistida por la policía. La encontraron sentada en su cama, semiinconsciente tras la paliza recibida. A pesar de que la policía pudo recabar bastante evidencia de este último ataque, como fueron cabellos de una máscara que Bundy soltó en el lugar, semen y muestras de sangre, la realidad era que el criminal les era desconocido. En el estado de Florida no se sabía nada de Ted Bundy.

La última víctima de Ted Bundy fue la adolescente Kimberly Leach, que fue secuestrada el 9 de febrero de 1978 en Lake City. El único testigo del acontecimiento fue una amiga suya de nombre Priscila, quien la vio subirse a la camioneta de un hombre, pero no pudo aportar mayores datos del vehículo. El cuerpo de la niña fue hallado 8 semanas más tarde en Florida, dado el avanzado estado de descomposición del mismo, no dio ninguna pista significativa sobre el atacante.

Días antes del secuestro de Kimberly Leach, un extraño en una camioneta color blanco se acercó a una estudiante de 14 años. La chica estaba en el camino, en espera de su hermano que había quedado de pasar por ella. Ella, advertida por su padre, un oficial detective, de que no debía hablar con extraños se sintió incomoda ante las preguntas y avances de Bundy. Afortunadamente el hermano llegó y ordenó a su hermana abordar el carro. Extrañado por el sujeto, el joven apuntó las placas del vehículo y se las mostró a su padre. Una vez escuchada la historia del hombre y la camioneta blanca, el detective James Parmenter, del departamento de policía de Jacksonville decidió investigar. Las placas correspondían a un hombre llamado Randall Ragen, a quien Parmenter decidió visitar. El señor Ragen relató que tales placas habían sido robadas de su vehículo y que ya había tramitado unas nuevas. Posteriormente el detective se enteró de que la camioneta que le comentan sus hijos haber visto era robada. Entonces hizo que sus hijos vieran unas cuantas fotografías en la estación de policía. Para su sorpresa, el sujeto que identificaron era Ted Bundy.

Juicio por los crímenes de la fraternidad

El primer juicio por asesinato que enfrentó Theodore Robert Bundy, comenzó el 25 de junio de 1979 en Miami, Florida. En este caso la corte se centró en los crímenes contra la fraternidad Chi Omega y fue este juicio el que selló el destino de Bundy. Estos eran los juicios de la década, provocando una marejada de publicidad y expectación en toda la unión americana, pues Bundy era visto como la real encarnación del mal.

A pesar de tener al mundo entero en su contra y con todo el peso de la evidencia sobre sus hombros, Bundy actuó como su propio abogado y siempre confió en poder hacer que el juicio fuera lo más justo posible. El jurado estuvo compuesto por una mayoría de afroamericanos. La intención fue que no se cargara de prejuicios dicho jurado, pero las evidencias fueron determinantes, sobre todo en el caso de la hermandad Chi Omega. Primero fue el testimonio de Nita Neary, señalando a Bundy como el sujeto que alcanzó a ver salir corriendo por la puerta. El otro testimonio contundente fue aportado por un odontólogo, el Dr. Souviron, quién mostró una serie de fotografías de la mordida en la nalga de la señorita Levy y de cómo las marcas de la dentadura correspondían a la perfección con los dientes de Bundy. De ese modo las fotografías ligaron a Bundy con los asesinatos de la fraternidad.

El 23 de julio tras 7 horas de deliberación, el jurado decidió que Ted Bundy era culpable. Este escuchó el veredicto sin mostrar emoción alguna. En el estado de Florida se tiene la costumbre de efectuar un juicio aparte para la sentencia, el de Bundy ocurrió el 30 de julio, una semana después del anterior. Esta ocasión la madre de Bundy testificó e imploró por la vida de su hijo y él mismo tuvo la oportunidad de dar una buena razón para que no se le sentenciara a muerte. Entre otras cosas se dijo víctima de una farsa, de un juicio injusto y abusivo y que no tenía ni siquiera por qué pedir clemencia por algo que no había cometido. El juez Cowart, al finalizar Bundy su declaración recomendó la pena de muerte en la silla eléctrica por la muerte de Lisa Levy y Margert Bowman.

Juicio por Kimberly Leach

El 7 de enero de 1980 comenzó el juicio por la muerte de la niña Kimberly Leach, en Orlando, Florida. Esta vez Bundy decide no defenderse asimismo y quedan como sus representantes los abogados Julius Africano y Lynn Thompson. La estrategia a seguir fue apelar por causa de incapacidad mental, es decir por locura. Una ruta muy arriesgada, pero casi la única opción para un asesino como Bundy. El jurado no tuvo problemas para darle la vuelta a esta débil estrategia y de hecho Bundy perdió cada vez más el control. Ya no le sirvió de nada aparentar calma y dominio de la situación, sabiendo de antemano que su destino estaba ya decidido. Durante el juicio sorprendió a todo mundo al anunciar su matrimonio con Carole Ann Boone, antigua compañera de trabajo. Gracias a una argucia legal del estado de Florida, era posible sellar un matrimonio en el estrado y estando en bajo juramento, declarando ante el juez. Así que al testificar Boone, ambos aprovechan para contraer matrimonio legalmente.

Bundy no podía cambiar su situación jurídica, por lo cual adoptó la decisión de confesar mas crímenes al doctor Bob Keppel, jefe de investigadores del departamento de justicia del estado de Washington. Keppel y Bundy habían trabajado conjuntamente cuando este último se ofreció para ayudar en la investigación acerca del asesino serial llamado en este entonces "The Green River killer", criminal que tuvo en jaque a la policía por más de 20 años. Keppel asistió a las sesiones con Bundy armado únicamente de una grabadora para conservar los testimonios del asesino. Así, el mundo se enteró de que Bundy conservaba por algún tiempo en su casa y en algunos casos, las cabezas de las víctimas como trofeos y de que también practicaba necrofilia. La conducta de Bundy fue catalogada como de extrema perversión y compulsión necrofílica. Los analistas estiman que el número de víctimas podría fácilmente rondar las 100 mujeres, muy lejos de los conteos oficiales de alrededor de 36.

Ejecución

El 24 de enero de 1989, a las 7 AM con 4 minutos Theodore Robert Bundy fue ejecutado en la silla eléctrica. Según se reporta, tuvieron que sacar a Bundy de su celda por la fuerza. Afuera de la cárcel numerosas personas esperaron la noticia y cuando el vocero de la institución declaró la muerte de Bundy se escucharon vítores y aplausos, incluso hasta fuegos artificiales fueron lanzados. Momentos después sale una carroza funeraria camino al crematorio. Al pasar, la multitud aplaude.

A pesar de todo, todavía se le cargaría a la cuenta de Bundy un crimen más, que tomó 28 años para esclarecerse. Katherine Devine fue vista por última vez el 25 de noviembre de 1973, para ser descubierto su cadáver el 6 de diciembre de ese mismo año en el parque McKenny del estado de Washington. Los forenses dicen que poco después de ser vista por última vez, Kathy Devine encontró la muerte, estrangulada, sodomizada y con la garganta rebanada. La mayoría de los enterados del crimen creyó que Bundy había sido responsable, pero en ese tiempo las autoridades culparon a un sujeto de nombre William E. Cosden Jr. quien purga condena por violación a 48 años. El caso nunca fue cerrado, y en el año 2001 gracias a exhaustivas pruebas de ADN el caso quedó resuelto.

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1 comentarios:

SeisCuerdas 7 de junio de 2008, 18:01  

Muy interesante y bien contado, soy un estudiante de psicologia, menos mal que soy hombre ! jajaj

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Nicolás Maquiavelo:

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos. En general los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver pero pocos comprenden lo que ven.

1948 - George Orwell


Se trata de esto: el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro. Ahora comprenderás lo que significa el poder puro. Somos diferentes de todas las oligarquías del pasado porque sabemos lo que estamos haciendo.

Todos los demás, incluso los que se parecían a nosotros, eran cobardes o hipócritas. Los nazis alemanes y los comunistas rusos se acercaban mucho a nosotros por sus métodos, pero nunca tuvieron el valor de reconocer sus propios motivos. Pretendían, y quizá lo creían sinceramente, que se habían apoderado de los mandos contra su voluntad y para un tiempo limitado y que a la vuelta de la esquina, como quien dice, había un paraíso donde todos los seres humanos serían libres e iguales.

Nosotros no somos así. Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución no es más que la persecución misma. La tortura sólo tiene como finalidad la misma tortura. Y el objeto del poder no es más que el poder. ¿Empiezas a entenderme?