- De mentiras y mentirosos

¿Y, cómo puedes saber que se ha dicho una mentira? Hay mentiras que tienen piernas cortas y mentiras que tienen narices largas (Pinocchio, 1892). No todas las mentiras fallan, algunas se desarrollan a la perfección. Sin embargo, Paul Ekman, experto en el tema, afirma que incluso los mentirosos profesionales tienen fugas en su comportamiento y que, si somos capaces de observar al detalle una micro expresión facial, un gesto sostenido por mucho tiempo, la ausencia de movimiento, el pestañeo frecuente o un giro momentáneo en la voz, podremos atraparlos; aunque no siempre se presenten de manera obvia.



Algunas mentiras son inocentes, sin embargo, hay otras que pueden destruir vidas, carreras, partidos, familias o empresas. De acuerdo con los estudios, hay cuatro tipos de mentirosos: Ocasional, frecuente y profesional. Veamos cómo se pueden identificar.

El mentiroso ocasional.

Éste, miente de vez en cuando para evitar una situación incómoda o lo hace cuando no quiere admitir que participó en algo malo o embarazoso. Cuando miente, se siente disgustado e incómodo consigo mismo, por lo que es fácil detectar las señales que se le escapan, más allá de lo verbal, como: Inconsistencias en su conducta, en su lenguaje corporal o en su voz, es posible que hablen rápido, que tengan la frente perlada en sudor, que desvíen los ojos o estén inquietos. El mentiroso ocasional planea y repasa muy bien la mentira que va a decir para que, en caso de tener que contársela a alguien, ésta suene lógica y consistente. Es probable que no detectemos la mentira por su contenido, su contexto o por la información que pudieran corroborar terceros. De hecho, el mentiroso ocasional rara vez tratará de mentir acerca de algo que pueda comprobarse con facilidad.

El mentiroso frecuente.

Éste, reconoce que miente pero no le preocupa mucho, por lo que miente con más regularidad. Como la práctica hace al maestro, el mentiroso frecuente, difícilmente permitirá que su apariencia revele que está mintiendo, tampoco podrá delatarlo su lenguaje corporal o su voz. Nunca manifestará los síntomas de estrés comunes en alguien que miente, como transpiración, temblor corporal, gestos de nerviosismo o cambios en el color de la piel. Si se llegara a manifestar cualquier clave de este tipo, será de forma sutil. Un modo de detectar al mentiroso frecuente es enfocándonos en la consistencia y lógica de sus declaraciones. Como miente con frecuencia, le dedica poco tiempo a la planeamiento de la mentira y puede descuidar los detalles que le dan credibilidad al cuento. El mentiroso habitual. Este tipo de mentiroso engaña con tanta frecuencia, que ya ni se da cuenta de que lo hace. Para él, mentir es algo natural. Simplemente, dice lo que se le va ocurriendo en el camino. Como no le da importancia al hecho de que lo que dice es verdad o mentira, mostrará muy pocas señales, físicas o verbales, de que miente. Dado que piensa tan poco sus mentiras, y éstas surgen tan burdas y rápidas, no se preocupa en darles seguimiento por lo que, con frecuencia, son inconsistentes, fantasiosas y obvias. En este caso, es difícil detectar las mentiras por pistas no verbales o físicas pero, si escuchamos con cuidado, es muy fácil descubrir inconsistencias y contradicciones en la historia.

El mentiroso profesional.

Es el más difícil de identificar. Miente con un propósito y con un fin calculado. Es capaz de responder a preguntas directas en forma inmediata, con total control, de manera natural y espontánea y minimizando la confrontación. El mentiroso profesional repasa tantas veces su mentira, que sabe exactamente cómo, cuándo y dónde la va a decir y llega a extremos como el de saber en qué forma va a reaccionar la gente ante lo que él diga. Vive tanto su mentira que se convence que es verdad. Estas personas tienen todo tan calculado que es muy difícil que notemos algo en su lenguaje no verbal, en su voz o en su conducta. Suelen enmascarar el miedo a ser descubiertos a través de una pose o una falsa emoción que camuflaje y desvíe el verdadero sentimiento. No es raro que, en los momentos cruciales, echen mano de un gesto de sorpresa, indignación o enojo. Con frecuencia recurren a la enigmática cara de jugador de póker o a la sonrisa, que es la máscara más fácil de falsificar. En este caso, la mentira es consistente en contenido y lógica, la única forma de detectarla es contrastando lo que dice el mentiroso con la información obtenida de fuentes fidedignas, totalmente ajenas e independientes.

El mentiroso es un adicto y, como tal, es incapaz de aceptarlo. Algunas veces, las señales que recibimos son obvias y abruptas, otras son sutiles como una pausa y sólo podemos descubrirlas a través de la observación cuidadosa. Si tenemos alguna duda acerca de la credibilidad de una persona, podemos comenzar por observarla. Lo seguro es que, a la larga, hasta el mentiroso más entrenado nos va a mostrar su talón de Aquiles. Descubrir a tiempo a un mentiroso previene muchos problemas y sanea muchos ambientes, ¿no crees?

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Nicolás Maquiavelo:

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos. En general los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver pero pocos comprenden lo que ven.

1948 - George Orwell


Se trata de esto: el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro. Ahora comprenderás lo que significa el poder puro. Somos diferentes de todas las oligarquías del pasado porque sabemos lo que estamos haciendo.

Todos los demás, incluso los que se parecían a nosotros, eran cobardes o hipócritas. Los nazis alemanes y los comunistas rusos se acercaban mucho a nosotros por sus métodos, pero nunca tuvieron el valor de reconocer sus propios motivos. Pretendían, y quizá lo creían sinceramente, que se habían apoderado de los mandos contra su voluntad y para un tiempo limitado y que a la vuelta de la esquina, como quien dice, había un paraíso donde todos los seres humanos serían libres e iguales.

Nosotros no somos así. Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución no es más que la persecución misma. La tortura sólo tiene como finalidad la misma tortura. Y el objeto del poder no es más que el poder. ¿Empiezas a entenderme?