- Entrevista a Eduardo Galeano

El escritor uruguayo Eduardo Galeano aclara sus orígenes literarios y, con su excepcional oratoria, reflexiona sobre los conflictos medioambientales y el papel de los jóvenes en la democracia. Autor de más de 40 libros, defensor de la democracia y de la ideología de izquierdas, y gran apasionado al fútbol. El escritor Eduardo Galeano, nacido en Uruguay en 1940, confiesa que tan sólo cuenta con siete años de escolarización y explica que su mayor aprendizaje académico lo obtuvo en los cafés de Montevideo, en donde sostuvo largas tertulias con los exiliados españoles de la época franquista.



¿Por qué decidió presentar su último libro ‘Espejos. Una historia casi universal’ en Ourense?

Es la primera vez que visito esta ciudad y estoy tratando de visitar sus lugares más emblemáticos. Vengo para ayudar a que mi libro -este bebe recién nacidodé sus primeros pasos y diga sus primeras palabras. Estoy ligado a Galicia por esos vínculos que las palabras no pueden expresar porque son vínculos misteriosos. Aquí siempre me he sentido querido y queriente.

Usted es un defensor de la naturaleza, ¿qué solución propone para combatir los conflictos ecológicos?

Debemos respetar la naturaleza a raíz de la comprobación de que ella no termina con nosotros. Somos hermanos de todos los que tienen piernas pero también de los que tienen patas. Somos inquilinos del mundo. Un paso importante para combatir el cambio climático se está dando ahora en Sudamérica. Por primera vez en la historia de la humanidad la Constitución de un país, en este caso Ecuador, va a reconocer los derechos de la naturaleza, convirtiéndose así en un objeto de derecho.

¿Imaginó convertirse en el escritor que provoca aglomeraciones en donde se presenta?

Siempre tuve la certeza de que el éxito no es deseable, muchas veces son los vencidos y los perdedores los únicos que mantienen la razón en este mundo, en el que se recompensa la falta de escrúpulos y se castiga la honestidad. Ha sido catalogado como el eterno candidato al premio Nobel, ¿qué le supone esta circunstancia? No me voy a convertir nunca en mercancía, no me importan esas cosas lo que me gusta es que la palabra tenga significado y sentido. Hace días estuvimos en Santiago de Compostela para presentar el libro. Había 1.600 personas, casi todos jóvenes. Mi mujer me dice que si seguimos por este camino el público será todo de carritos de bebés.

¿Cómo ve a los jóvenes en la actualidad?

Hay una proporción alarmante de jóvenes que no se reconocen representados por la democracia. Es algo peligroso pues representan un campo de cultivo para los autoritarios, y para que vengan los salvadores de la patria a imponer soluciones falsas y antidemocráticas. ¿Cómo nació su pasión por la literatura? Por mi abuela que era muy lectora. En mi infancia yo no era muy lector, era de jugar al fútbol, de pelearme y de andar con novias. Tuve una educación formal casi inexistente, sólo cursé seis años de Primaria y uno de secundaria. Mi universidad fueron los cafés de Montevideo, allí conocí gente valiosa como los ehiliados españoles republicanos perseguidos por la dictadura de Franco. Tuve la suerte de escucharlos y de ser aceptado en sus mesas.

¿Cuál es la situación actual de Latinoamérica?

Hay que reconocer que una buena parte de los políticos latinoamericanos han hecho lo posible por desprestigiar la democracia. La corrupción ha sido un espacio abierto para los buenos negocios, han convertido la función pública en un ejercicio de beneficio. Latinomérica es racista consigo misma, y eso viene desde la colonia. Pero hay intentos importantes de rescatar la cultura de América. Por ejemplo en Bolivia ya se reconoce la medicina indígena, y en los hospitales, a petición del paciente, puede ser atendido con el conocimiento de los curanderos milenarios y con sus plantas medicinales. En Bolivia, el estado comienza a pagar por los servicios de los curanderos y se les reconoce como médicos.

«Me gusta verme como uno más del millón de mosquitos que deben picar al elefante»

(La Voz de Galicia recogiendo la opinión de Eduardo Galeano tras el acto en Santiago.)

Galeano asegura que el «color de las cosas es importante porque hay más de los que nos quieren dejar ver».

- De su libro se deduce que los espejos son imprescindibles para el individuo, pero no hemos escogido los mejores en los que mirarnos.

- Son los espejos que nos han puesto. Pasa en Latinoamérica, pero no es exclusivo, que nos han enseñado a vernos a través de los ojos del amo. Nos han puesto delante los espejos para que nos viésemos de esa manera. Tantos años ha sido que nos han dejados ciegos a los otros colores que existen y que reflejan lo maravilloso y lo miserable del ser humano.

- Las religiones son también un espejo y en los últimos años se ha vivido un rebrote de las creencias religiosas. ¿Sucede los mismo en Latinoamérica?

- Es verdad eso que dices y puede suceder por muchos motivos. Entre ellos, porque algunas de las propuestas políticas para una humanidad mejor, que en parte se comportaron como nuevas religiones, no funcionaron y limitaron el horizonte. Por otra parte, todas las creencias me parecen respetables y es necesario defender la libertad de creencia y que cada uno pueda creer lo que quiera. Otra cosa es cómo se comportan las religiones. En este sentido, sería necesario recodar lo mal vista que está la cultura musulmana y, sin embargo, fue durante la dominación musulmana cuando España vivió la mejor época de convivencia religiosa y fue, precisamente, el catolicismo el que acabó con eso mediante la guerra. Son hechos que a veces se ocultan en la historia. En el libro, por ejemplo, me pregunto si Adán y Eva no serían negros. La humanidad procede de África, así que no es una hipótesis absurda y quizás cambiaría algunas maneras de pensar sobre las razas.

- Al mismo tiempo que «Espejos», está presentando estos días «Carta ao señor futuro».

- Xosé Manuel Beiras me habló de publicar un libro en gallego y decidimos recopilar algunos artículos, traducirlos al gallego (por Alfredo Iglesias Diéguez) y publicarlos. Es un libro específico y no una traducción de otro libro anterior. En cierto modo se puede decir que es casi como un ensayo para Espejos, porque muchas de las motivaciones que guiaron el libro estaban cuando escribí los artículos y también a la hora de elegir cuáles estarían y cuáles no. Ahora escribo menos para los medios, pero muchas de las preguntas que quiero hacer y que quiero que los lectores se hagan conmigo son paralelas en estos dos libros.

- Los medios de comunicación son uno de los espejos de las sociedades. ¿Cuándo publica en los medios se siente como haciendo guerra de guerrillas?

- No lo explicaría así. Es verdad que la concentración de medios de comunicación domina el escenario como lo hacen las grandes corporaciones económicas. Pero siempre quedan resquicios. Uno de mis maestros de periodismo me dijo una vez que somos como mosquitos alrededor de un elefante. Puede que cinco o diez mosquitos no inquieten al elefante, pero si hay millones de mosquitos la cosa cambia. Me gusta sentirme un mosquito entre esos millones. Me sigue gustando esa metáfora de los mosquitos y el elefante.

«Nos enseñaron a mirarnos con los ojos con que nos veían los amos»

Eduardo Galeano cree que hay que mirar el mundo de otra manera para darse cuenta «de todos los mundos que hay en este mundo». El escritor uruguayo estuvo ayer en Compostela y mañana visitará Ourense para presentar Espejos (Editorial Siglo XXI) y Cartas ao señor futuro (Laiovento).

-«Espejos» se subtitula «casi una historia universal». ¿No es paradójico que sea un escritor el que que tenga que dar otra visión de la historia?

-Yo no soy historiador. He hecho este libro y me he ido encontrando con muchos amigos a lo largo del tiempo. Con la historia pasa como con tantas cosas: nos han enseñado a ver un solo color y quedamos ciegos a todos los colores y los colores terrestres son muchos más y más variados que los celestes. En el libro hago preguntas, formulo paradojas buscando la diversidad que el mundo tiene.

-La historiografía utiliza una estructura cronológica. Para usted la historia es más argumental y salta de la prehistoria al presente.

-Este es un libro escrito sin ningún respeto por los géneros. Nunca he respetado los géneros y quizá en este libro menos. Es verdad que voy saltando de unos momentos a otros de la historia porque no hay esa distancia entre el pasado y el presente, que están mucho más cerca de lo que nos quieren hacer ver. También porque me puedo sentir más cerca de algunos habitantes del Renacimiento que de muchos de mis coetáneos.

-¿«Espejos» es una invitación a que se revise el modo en que se cuenta la historia?

-Es una invitación a comprobar la existencia de la diversidad. Es un libro que me ha llevado años escribirlo. Conocer las historias, comprobarlas, escribir novecientas y luego descartar trescientas para que queden las seiscientas que finalmente forman el libro. Todo este lento proceso es una invitación a que se mire la historia desde otro lugar, a que se cuente la historia de otra manera, a que se tengan en cuenta a los que nunca han sido tenidos en cuenta. Porque ahí es donde está la verdadera historia, la verdadera naturaleza de las cosas. Nos han mentido y nos mienten mucho. El libro es una invitación a buscar las verdades por debajo de las mentiras.

19/05/08 Entrevista de Imanol Hernández en “La Región” de Ourense.

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1 comentarios:

Anónimo 6 de julio de 2008, 17:05  

¿Si publicaran un reportaje a Vargas Llosa, dirían un defensor de la ideología de derechas?

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Nicolás Maquiavelo:

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos. En general los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver pero pocos comprenden lo que ven.

1948 - George Orwell


Se trata de esto: el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro. Ahora comprenderás lo que significa el poder puro. Somos diferentes de todas las oligarquías del pasado porque sabemos lo que estamos haciendo.

Todos los demás, incluso los que se parecían a nosotros, eran cobardes o hipócritas. Los nazis alemanes y los comunistas rusos se acercaban mucho a nosotros por sus métodos, pero nunca tuvieron el valor de reconocer sus propios motivos. Pretendían, y quizá lo creían sinceramente, que se habían apoderado de los mandos contra su voluntad y para un tiempo limitado y que a la vuelta de la esquina, como quien dice, había un paraíso donde todos los seres humanos serían libres e iguales.

Nosotros no somos así. Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución no es más que la persecución misma. La tortura sólo tiene como finalidad la misma tortura. Y el objeto del poder no es más que el poder. ¿Empiezas a entenderme?