- Arrogante, superficial y embaucador

José Sanmartín es uno de los investigadores que más sabe en el mundo sobre la violencia humana. Es doctor y catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Valencia, además de director del prestigioso Centro Reina Sofía para el Estudio de la Violencia en España. Un sicópata es un individuo que padece un profundo trastorno de la personalidad, pero no de la mente. Sabe distinguir perfectamente entre el bien y el mal. Su problema es que le gusta hacer el mal.



Tiene graves problemas, al menos, en dos vertientes. Por una parte, en sus relaciones con los demás es arrogante, superficial, mentiroso y embaucador. En particular, hace de la mentira la clave de su existencia y, a la vez, se siente superior a los demás, aunque no reconocido en sus méritos. Por otra parte, en sus relaciones afectivas muestra una radical carencia de empatía, es decir, es absolutamente incapaz de ponerse en el lugar del otro. No siente lo que el otro siente. De ahí que disfrute torturando a su víctima hasta el extremo de lo indecidible sin manifestar emoción alguna. Por eso mismo, carece de remordimientos.

Todo sicópata tiene una conducta antisocial que lo pone en gran riesgo de delinquir. A veces los sicópatas no incurren en delitos porque ocupan puestos en la sociedad en los que su sadismo encuentra una vía adecuada y no punible para realizarse. Otras veces, delinquen abiertamente y, además, suelen hacerlo desplegando gran violencia.

Narciso Donoso [fragmento]

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Nicolás Maquiavelo:

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos. En general los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver pero pocos comprenden lo que ven.

1948 - George Orwell


Se trata de esto: el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro. Ahora comprenderás lo que significa el poder puro. Somos diferentes de todas las oligarquías del pasado porque sabemos lo que estamos haciendo.

Todos los demás, incluso los que se parecían a nosotros, eran cobardes o hipócritas. Los nazis alemanes y los comunistas rusos se acercaban mucho a nosotros por sus métodos, pero nunca tuvieron el valor de reconocer sus propios motivos. Pretendían, y quizá lo creían sinceramente, que se habían apoderado de los mandos contra su voluntad y para un tiempo limitado y que a la vuelta de la esquina, como quien dice, había un paraíso donde todos los seres humanos serían libres e iguales.

Nosotros no somos así. Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución no es más que la persecución misma. La tortura sólo tiene como finalidad la misma tortura. Y el objeto del poder no es más que el poder. ¿Empiezas a entenderme?