- ¿Nos hemos rendido ante la mentira?

El verbo mentir , que según el Diccionario de la lengua española consiste en "decir lo contrario de lo que se sabe", corresponde al lado sombrío de esa lista. Del lado del receptor de la mentira, mentir es "engañarlo", "inducirlo a error".



El vocablo indoeuropeo men, que significa "pensar", alude a las múltiples avenidas que puede tomar la mente. De él provienen el latín mens, "mente", y una larga lista de palabras ligadas a los empleos sanos o enfermos de la mente. Para abreviar esta lista casi interminable, podríamos aludir a voces como "memoria" "amnesia", "mentecato","vehemente","mensaje" y hasta "mandarín" (consejero que usa su mente),"manía" y "manicomio"

"Mentiroso" es aquel que ha contraído el vicio de mentir. También hay que reconocer que la mentira admite diversos grados. El más leve de ellos, la "mentira venial", consiste, por ejemplo, en exagerar algo que tiene un fondo de verdad, en omitir lo que se sabe sin decir por eso lo contrario o en mentir para evitar un daño mayor, como ocurre cuando se disimula la gravedad de su mal a un enfermo terminal.

Lo contrario del vicio de mentir es la veracidad. "Veraz", ligado a "ver", es la cualidad de aquel que ha asumido el compromiso de decir la verdad, de reconocer lo que ve. Valoramos la veracidad, pero no al punto de exigirla siempre, sin matiz alguno. He aquí un ejemplo sacado de los tratados de moral: ¿elogiaríamos acaso a una persona tan veraz que, preguntada por el escondite de un niño al que está buscando un asesino serial, se lo revelara?

Cuando condenamos la mentira, no nos referimos por lo general al amplio abanico de las mentiras "veniales". Cuando alguien contradice lo que sabe en temas graves, para inducir a error a aquel que necesita o merece escuchar la verdad, entra en cambio en el escabroso terreno de las "mentiras mortales". Esto es particularmente condenable en la vida de las "repúblicas", cuyo bien mayor es, como lo dice la palabra, la fe del público en lo que manifiestan las autoridades. El bien mayor de las repúblicas es la confianza de los ciudadanos.

El alcance de la mentira

Decimos que una persona es mentirosa por vicio cuando miente aun sin necesidad, compulsivamente. Pero también decimos que una persona es mentirosa cuando miente cada vez que le conviene, despreciando "pragmáticamente" el valor de la verdad.

Es imposible no ligar estas graves enfermedades con la corrupción porque, siendo ella un delito furtivo por definición, es un disfraz de lo incorrecto como si fuera correcto y entra en la larga lista de los comportamientos mentirosos.

¿Engaño o sumisión?
Abraham Lincoln dijo alguna vez que "se puede engañar a mucha gente por poco tiempo y a poca gente por mucho tiempo, pero no a toda la gente todo el tiempo". Este famoso pasaje, que abre las puertas de la esperanza democrática, ¿tuvo en cuenta el tipo de mentiras que hoy ganan terreno entre nosotros? Lincoln suponía que el fin de la mentira es engañar al pueblo. ¿Qué pasa, en cambio, cuando las mentiras se pronuncian sin la pretensión de engañar? ¿Qué pasa cuando, en vez de furtivas, son abiertas?

Quizás el genio de Guillermo Moreno haya consistido en refutar la buena fe de Lincoln, ya que, cuando el Gobierno miente, lo hace a sabiendas de que la gente le cree cada vez menos. ¿A qué se debe entonces que un gobierno le mienta a la gente abiertamente y no se observe en ella la indignada reacción que Lincoln imaginaba?

Este es el enigma que hoy acompaña el despliegue de la mentira entre nosotros. ¿Cómo no se ha manifestado el pueblo contra ella? Una respuesta parcial es que aún hay en el pueblo sectores tan ingenuos que creen.

Pero entre aquellos que todavía callan cunde, sin embargo, la creciente certeza de que les mienten. ¿Por qué no reaccionan? ¿Estamos haciendo como si no nos engañaran? Si alguien me miente y sé que denunciándolo me puede ir mal, ¿callo porque me indujo a error o porque, sabiendo que me engaña, temo denunciarlo? Cuando el Gobierno publica agresivamente sus mentiras ante un pueblo que ya las ha descubierto, ¿qué está intentando en realidad? ¿Engañarlo o someterlo?

Mariano Grondona (Editado)

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Nicolás Maquiavelo:

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos. En general los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver pero pocos comprenden lo que ven.

1948 - George Orwell


Se trata de esto: el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro. Ahora comprenderás lo que significa el poder puro. Somos diferentes de todas las oligarquías del pasado porque sabemos lo que estamos haciendo.

Todos los demás, incluso los que se parecían a nosotros, eran cobardes o hipócritas. Los nazis alemanes y los comunistas rusos se acercaban mucho a nosotros por sus métodos, pero nunca tuvieron el valor de reconocer sus propios motivos. Pretendían, y quizá lo creían sinceramente, que se habían apoderado de los mandos contra su voluntad y para un tiempo limitado y que a la vuelta de la esquina, como quien dice, había un paraíso donde todos los seres humanos serían libres e iguales.

Nosotros no somos así. Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución no es más que la persecución misma. La tortura sólo tiene como finalidad la misma tortura. Y el objeto del poder no es más que el poder. ¿Empiezas a entenderme?