El Verdadero Proceso de Diálogo

Los principios rectores o características que definen a los verdaderos procesos de diálogo pueden ayudar a orientar al profesional en los múltiples juicios y elecciones que tendrá que hacer. Estos principios son: Inclusividad, Empoderamiento, Aprendizaje, Humanidad y Perspectiva de Largo Plazo. Puede ser de ayuda considerar estos principios como las dimensiones básicas de la práctica del diálogo, pues son los que hacen del diálogo una herramienta efectiva para abordar los complejos retos que las sociedades enfrentan
en el siglo XXI.

Inclusividad. Este principio descansa en dos suposiciones fundamentales: que las personas en un sistema problemático tienen colectivamente el conocimiento y la sabiduría para tratar el problema; y que para que el cambio positivo sea sostenible, ellas deben apropiarse del problema, del proceso para tratarlo y de los resultados de dicho proceso. Un corolario clave de este principio es que, cuando la inclusividad reúne a personas que son desiguales—en poder, estatus social, educación, acceso a la información—el profesional debe dar los pasos necesarios para mitigar estos desbalances de poder, de forma que todas las voces sean escuchadas y aceptadas en la conversación del diálogo.

Empoderamiento. Este principio presenta un doble aspecto: por un lado, que las autoridades de gobierno y las instituciones intergubernamentales que a menudo convocan los procesos de diálogo, estén genuinamente abiertos a compartir su poder con los participantes en el diálogo para propiciar el cambio; y por otro parte, que los participantes estén verdaderamente dispuestos a aceptar compartir la responsabilidad en la creación del cambio. En resumen, los verdaderos diálogos (en oposición a los diálogos “falsos”), son conversaciones en las que “hay algo real en juego.

Aprendizaje. En un primer nivel, este principio aborda la calidad de la interacción entre los participantes en un proceso de diálogo, requiriendo de indagación y apertura hacia las perspectivas y pensamientos diferentes a los propios. También ayuda a las personas a ser auto-reflexivas sobre las suposiciones, a menudo escondidas, que fraguan las posiciones que toman. El principio de aprendizaje define un objetivo central en los procesos de diálogo: el de conducir a las personas hacia un entendimiento más profundo de los asuntos y del rol que ellos y otros juegan en éstos.

Humanidad. Éste es otro principio que aborda la calidad de las interacciones en los procesos de diálogo. Requiere que el ambiente del diálogo sea un “lugar seguro,” de forma que los participantes se sientan lo suficientemente seguros para abrirse emocional e intelectualmente. Esta característica, en combinación con la Inclusividad, el Empoderamiento y el Aprendizaje, es la clave de la capacidad de los procesos de diálogo para provocar el cambio.

Perspectiva de largo plazo. Éste es un principio que apuntala los otros cuatro, en la medida en que requiere que se dé el tiempo suficiente para que el cambio sostenible suceda: cambio en los patrones subyacentes de relaciones y conducta que sostienen los problemas sociales y precipitan las crisis; cambio en las estructuras sociopolíticas que conservan los viejos patrones; y cambio que genere capacidades para operar en diferentes estructuras y mantener patrones diferentes.

(Extracto del Manual de Diálogo Democrático, por publicarse.
Esfuerzo conjunto de IDEA Internacional, ACDI, OEA y PNUD)

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Nicolás Maquiavelo:

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos. En general los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver pero pocos comprenden lo que ven.

1948 - George Orwell


Se trata de esto: el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro. Ahora comprenderás lo que significa el poder puro. Somos diferentes de todas las oligarquías del pasado porque sabemos lo que estamos haciendo.

Todos los demás, incluso los que se parecían a nosotros, eran cobardes o hipócritas. Los nazis alemanes y los comunistas rusos se acercaban mucho a nosotros por sus métodos, pero nunca tuvieron el valor de reconocer sus propios motivos. Pretendían, y quizá lo creían sinceramente, que se habían apoderado de los mandos contra su voluntad y para un tiempo limitado y que a la vuelta de la esquina, como quien dice, había un paraíso donde todos los seres humanos serían libres e iguales.

Nosotros no somos así. Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución no es más que la persecución misma. La tortura sólo tiene como finalidad la misma tortura. Y el objeto del poder no es más que el poder. ¿Empiezas a entenderme?