- El terrorismo de los Estados Unidos

En Fort Benning, en Georgia, está abierta desde 1946 la "Escuela de las Américas". Allí, los Estados Unidos han "doctorado" a terroristas, torturadores, dictadores latinoamericanos: Salvador, Guatemala, Chile, Argentina, Colombia, Perú. Hoy cambia de nombre, borrando así los delitos cometidos.

«Cualquier Gobierno, si patrocina a los que están fuera de la ley y a los asesinos de inocentes -anunció Bush el día en el que comenzó a bombardear Afganistán- se convierte también en ilegal y asesino. Y toma este camino solitario en su riesgo y peligro.»

Me gusta que haya dicho «cualquier Gobierno», porque hay uno que requiere urgentemente su atención, aunque no haya sido todavía identificado como patrocinador del terrorismo.

Desde hace más de cincuenta años a esta parte, ese Gobierno gestiona un campo de adiestramiento terrorista cuyas víctimas superan con mucho el número de víctimas del ataque a Nueva York, de las bombas a las embajadas y de otras atrocidades atribuidas, con razón o no, a al-Qaeda. El campo se llama Western Hemisphere Institute for Secutity Coperation (Whisc). Se encuentra en Fort Benning, Georgia, y está financiado por el Gobierno Bush.

Hasta enero de este año se llamaba "Escuela de las Américas", o Soa. Desde 1946 ha adiestrado a más de 60.000 policías y soldados de América Latina. Entre sus "doctorados" se encuentran muchos de los torturadores, asesinos en masa, dictadores y terroristas de Estado más famosos del continente. Como demuestran centenares de páginas de documentación recogidas por el grupo de presión Soa Watch, América Latina ha sido hecha pedazos por los hombres que han pasado por sus aulas.

El junio de este año, el coronel Byron Lima Estrada, adiestrado en esa escuela, ha sido condenado en ciudad deGuatemala por el asesinato del obispo Juan Gerardi en 1998. Gerardi fue asesinado porque había contribuido a redactar un informe sobre las atrocidades cometidas por el D-2, la agencia de inteligencia de Guatemala, dirigida por Lima Estrada con la ayuda de otros dos hombres también formados por la Soa. El D-2 coordinó la campaña "anti-insurreccional" que destruyó 448 pueblos indios maya y asesinó a decenas de miles de sus habitantes. En la Escuela de las Américas ha estudiado el 40% de los ministros que han formado parte de los regímenes genocidas de Lucas García, Ríos Montt y Mejía Víctores.

En 1993, la comisión de la ONU para la verdad sobre el Salvador identificó a los oficiales del ejército que habían cometido las peores atrocidades de la guerra civil. Dos tercios de ellos habían sido adiestrados en la Escuela de las Américas. Entre ellos estaban el jefe de los escuadrones de la muerte, Roberto D’Aubuisson, los hombres que mataron a arzobispo Óscar Romero, y 19 de los 26 soldados que mataron a los jesuitas en el 89. En Chile, la policía secreta de Augusto Pinochet y sus tres principales campos de concentración estaban dirigidos por hombres adiestrados en la Escuala de las Américas. Uno de ellos participó en la ejecución de Orlando Letelier y Ronni Moffit en Washington, en 1976. Los dictadores argentinos Roberto Viola y Leopoldo Galtieri, los panameños Manuel Noriega y Omar Torrijos, el peruano Juan Velasco Alvarado y el ecuatoriano Guillermo Rodríguez se han valido del adiestramiento recibido en esta escuela. Otro tanto han hecho jefes de los escuadrones de la muerte "Grupo Colina" en el Perú de Fujimori; cuatro de los cinco oficiales que mandaban el infame Batallón 3-16 en Honduras (que en los años 80 controlaba los escuadrones de la muerte en ese país), y el comandante responsable de la masacre de Ocosigo, llevada a cabo en México en 1994.

Todo esto, aseguran los defensores de la escuela, es vieja historia. Pero los hombres adiestrados en la Escuela de las Américas están implicados también en la guerra sucia que se mantiene actualmente en Colombia con el apoyo de EE.UU. En 1999, el informe del Departamento de Estado americano sobre derechos humanos cita a dos hombres, adiestrados en esta escuela, como los asesinos del comisario de paz Alex Lopera. El año pasado Human Rights Watch reveló que siete hombres provenientes de la misma escuela capitanean grupos paramilitares en ese país y han realizado raptos, desapariciones, homicidios, masacres. En febrero de este año otro hombre adiestrado en la Escuela de las Américas fue condenado por complicidad en la tortura y asesinato de treinta campesinos por parte de los paramilitares en Colombia. A la escuela actualmente llegan más estudiantes de Colombia que de cualquier otro país.

El FBI define el terror como «actos violentos... encaminados a intimidar o a coartar a la población civil, a influenciar la política de un gobierno o a interferir en la conducta de un gobierno», una definición que describe precisamente las actividades de los hombres de la Soa.

Pero, ¿cómo podemos estar seguros de que ese centro de adiestramiento haya tenido parte en todo esto? En 1996, el Gobierno de los EE.UU. fue obligado a hacer públicos siete de los manuales utilizados para el adiestramiento en la escuela. Entre otros consejos para terroristas, se recomendaba el chantaje, la tortura, la detención y la ejecución de parientes de los testigos.

El año pasado, gracias a la campaña llevada a cabo por la Soa Watch, muchos miembros del Congreso estadounidense intentaron hacer cerrar la escuela. Fueron derrotados por diez votos. La Cámara de los Representantes votó, sin embargo, por cerrarla y después volver a abrirla inmediatamente, bajo otro nombre. Por eso, precisamente mientras Windscale se convertía en Sellafield con la esperanza de eludir la memoria pública, la Escuela de las Américas se lavaba las manos de su pasado tomando el nombre de Western Hemisphere Institute for Security Cooperation (Whisc). Como explicó el coronel de la escuela, Mark Morgan, al Departamento de Defensa inmediatamente antes de la votación del Congreso: «algunos de vuestros jefes han dicho que no se podía mantener una cosa llamada ‘Escuela de las Américas’. Nuestra propuesta responde a esta preocupación. El nombre ha cambiado.»

Paul Coverdell, el senador de Georgia que se había batido para salvar la escuela, ha declarado a la prensa que los cambios serían «fundamentalmente cosméticos».

Pero visitad el sitio web del Whisc y veréis que la Escuela de las Américas ha sido prácticamente removida. También la página titulada "Historia" evita nombrarla. Los cursos del Whisc, se dice, «cubren un amplio espectro de áreas relevantes, como la planificación operativa para las operaciones de paz; las ayudas en caso de desastres; las operaciones civiles-militares; la planificación táctica y la ejecución de operaciones anti droga». Muchas páginas describen las iniciativas del centro a favor de los derechos humanos. Pero, aunque dan indicaciones sobre su programa casi al completo, no se habla de técnicas de combate y de comando, anti-insurreccionales e interrogatorio. Ni se habla del hecho de que las opciones sobre la "paz" y los "derechos humanos" de la escuela se ofrecían también por la Escuela de las Américas, para engañar al Congreso y preservar la financiación. Pero, difícilmente, los estudiantes elegían seguir esos cursos.

No podemos esperar que este campo de adiestramiento terrorista se auto-reforme: después de todo, rechaza reconocer hasta su propio pasado, por no hablar de la posibilidad de aprender de ello. Por tanto, -dado que las pruebas que conectan esta escuela con las atrocidades que todavía suceden en América Latina son más aplastantes que las pruebas que unen los campos de adiestramiento de al-Qaeda con el ataque a Nueva York- ¿qué debemos hacer con los "malos" de Fort Benning, Georgia? Bueno, podemos recabar de nuestros gobiernos que ejerzan la máxima presión diplomática pidiendo la extradición de los comandantes de la escuela, para que sean procesados por complicidad en crímenes contra la humanidad. Como alternativa, podremos pedir que nuestros gobiernos ataquen a los Estados Unidos, bombardeando sus instalaciones militares, las ciudades y los aeropuertos. Todo con la esperanza de hacer caer su Gobierno no electo y sustituirlo por una nueva administración bajo la supervisión de la ONU. En el caso de que esta propuesta sea impopular entre el pueblo americano, podemos conquistar su consenso lanzando pan "naan" y curry desecado en bolsas de plástico que lleven impresa la bandera afgana. Objetaréis que esta propuesta es ridícula, y os doy la razón. Pero, por mucho que se diga, no alcanzo a ver la diferencia moral entre un comportamiento similar y la guerra que se está librando hoy en Afganistán.

George Monbiot es escritor y periodista, editorialista del Guardian y docente universitario en Keele, East London, Oxford, Bristol.

George Monbiot

http://www.periodicocnt.org

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Nicolás Maquiavelo:

Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos. En general los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver pero pocos comprenden lo que ven.

1948 - George Orwell


Se trata de esto: el Partido quiere tener el poder por amor al poder mismo. No nos interesa el bienestar de los demás; sólo nos interesa el poder. No la riqueza ni el lujo, ni la longevidad ni la felicidad; sólo el poder, el poder puro. Ahora comprenderás lo que significa el poder puro. Somos diferentes de todas las oligarquías del pasado porque sabemos lo que estamos haciendo.

Todos los demás, incluso los que se parecían a nosotros, eran cobardes o hipócritas. Los nazis alemanes y los comunistas rusos se acercaban mucho a nosotros por sus métodos, pero nunca tuvieron el valor de reconocer sus propios motivos. Pretendían, y quizá lo creían sinceramente, que se habían apoderado de los mandos contra su voluntad y para un tiempo limitado y que a la vuelta de la esquina, como quien dice, había un paraíso donde todos los seres humanos serían libres e iguales.

Nosotros no somos así. Sabemos que nadie se apodera del mando con la intención de dejarlo. El poder no es un medio, sino un fin en sí mismo. No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura. El objeto de la persecución no es más que la persecución misma. La tortura sólo tiene como finalidad la misma tortura. Y el objeto del poder no es más que el poder. ¿Empiezas a entenderme?