Podría pensarse que el actualmente denominado "Cyberbulling" aparece como una forma actual de manifestación de la agresividad inherente al ser humano tantas veces señalada por Sigmund Freud desde fines del siglo XIX. Agresividad que, por tanto, no es privativa de los adolescentes, aunque en este período de la vida se presente fuertemente con diferentes modalidades según las épocas históricas en las que los sujetos vivan.
En la época freudiana, la del malestar en la cultura, la civilización no era sin la presencia consistente de una autoridad que, en tanto tal, imponía límites cumpliendo una función prohibitiva. Por entonces, existían los ideales. En la actualidad ya no rige tanto la ley del padre como la del mercado, propia del capitalismo. Asistimos a tiempos en los que se evidencia una declinación del papel de la autoridad, una caída de aquellos ideales y un superyó que, en vez de ser represivo como antaño, toma una nueva configuración y empuja a gozar sin límites, lo que da lugar al incremento del individualismo y de rivalidades en las relaciones. De esta manera, el otro es humillado en el mismo momento que otros gozan por ello, "se divierten". Entonces escuchamos a alguien decir entre risas, por ejemplo, que "Era un gordo al que todos jodíamos (…) Me daba cuenta de que le molestaba, pero mucho no me importaba…".
En nuestros días, es la ciencia, aliada a la tecnología y al discurso capitalista, la que introduce un ordenamiento particular en "los modos de vida", que se caracteriza por su tendencia a la homogeneización, por su pretensión de un goce igual y de lo mismo para todos. Podría decirse que las leyes del mercado tienden a borrar las diferencias que, por ello mismo, intentan reinstalarse mediante la segregación de lo desigual. Aparecen entonces las agrupaciones, los unos versus los otros, y en el tema que nos convoca, los "hostigadores" versus los "hostigados", las "víctimas" y los "victimarios".
Allí donde se caracteriza "el perfil del hostigador" como el de alguien "seguro", encontramos por el contrario, que el sujeto de la época actual queda ante el desabrigo del Otro, desamparado, sin puntos de referencias, barrido. No será casual que una de las características que se repite en estas formas de agresión sea la del anonimato. Allí el sujeto queda borrado, desaparecido, taponado. Es que éste es el modo en que la ciencia se las arregla con él: lo trata, lo calla, lo forcluye. Y aquél detrás de la computadora o el celular no tiene nombre, pero goza sin límite de tiempo y de lugar, sin un Otro que sancione, pero no porque lo que sucede "se mantiene en el secreto", sino porque ese Otro está diluido.
Este tratamiento que la ciencia y la tecnología hace del sujeto, parece reproducirse en el modo de encarar la cuestión que tienen los docentes y los padres en particular y la opinión pública en general. Los unos como los otros están, en su mayoría, particularmente "atentos" y susceptibles a lo manifiesto, a las conductas que aparecen interrumpiendo el "buen" funcionamiento de las cosas, a lo que "molesta" o "escandaliza", dejando en suspenso y sin enunciar la pregunta por el qué le sucede a los jóvenes (a cada sujeto en particular) y qué discursos los condiciona. De esta manera, dejando de lado también lo que cada uno de ellos tiene para decir. Así el sujeto nuevamente es silenciado, acallado, y en todo caso se le inventa una suerte de "nombre" que lo "etiqueta": a falta de un nombre propio, se crean nombres comunes o colectivos. Se es "víctima" o "victimario", "hostigador" u "hostigado", pero detrás de esa designación, de él, del sujeto en su singularidad, en verdad, no se sabe nada.
La lógica de la victimización excluye la responsabilidad. En ella se pierde la singularidad y los modos de respuestas que cada sujeto despliega frente al hostigamiento, tanto cuando lo "ejerce" como cuando lo "padece". Es la lógica que, además, resulta funcional a los adultos que, en general, buscan "afuera" o en los otros a los culpables de lo que ocurre, sin poder tomar a su cargo lo que sucede con sus propios jóvenes (hijos, alumnos..) o sin poder preguntarse siquiera por ello. En este sentido, lo que el psicoanálisis propone, es un pasaje de la culpabilidad a la responsabilidad, que no es sin que medie una pregunta por la parte que a cada uno le toca cada vez.
Lorena Di Masso
Intimiación psicológica
C yberbullying es una adaptación de lo que hasta hace poco se conocía como bullying, el acoso y la agresión entre los adolescentes y niños en situación escolar. "Es un comportamiento prolongado de agresión e intimidación psicológica y física que un niño o grupo de niños realiza a un tercero", explicó a LA NACION María Zysman, psicopedagoga del Equipo Bullying Cero Argentina, grupo de especialistas que estudia la evolución del fenómeno en el país. "El prefijo Bull, en inglés, remite a ´toro y se relaciona con la acción de torear, matonear de forma constante a otra persona. El cyberbullying es un acoso similar, pero realizado a través de las nuevas tecnologías, como Internet, teléfonos celulares con filmadoras, cámaras de fotos, etcétera."
En Estados Unidos y en algunos países europeos están más difundidas las redes sociales (como los sitios Myspace o Facebook ) entre los más jóvenes, tanto para relacionarse como para acosar a otros. En nuestro país es más frecuente el uso de celulares, fotologs y portales de chat tanto para establecer contacto con los pares como para burlarse de ellos. Una metodología frecuente suele ser el ingreso a páginas personales para dejar insultos o burlas bajo el amparo de seudónimos indescifrables. Algunas iniciativas más "creativas" incluyen la creación de fotologs de terceros con esa misma finalidad. También en el portal de videos YouTube se pueden ver con facilidad numerosos videos locales de peleas en aulas, en patios de escuela o en la calle, en las que fácilmente puede comprobarse la factura local. El sitio tcuento.com es uno de los más populares entre los adolescentes, quienes lo utilizan para intercambiar mensajes y fotos. Pese al aspecto sobrio de su página de inicio, si uno navega por el sitio podrá encontrarse con insultos, fotos trucadas para humillar a un tercero y agresiones anónimas entre compañeros de un mismo colegio o de varias instituciones.
Según los expertos, las nuevas formas de comunicación que provee Internet hacen visible una violencia que ya existía en el ámbito privado de los adolescentes. "Muchas veces las agresiones verbales y sociales que permite Internet son la continuación de agresiones físicas en el colegio o en lugares de reunión", explicó Zysman.
Lo grave es que esta metodología de agresión puede generar una perturbación psicológica todavía mayor que la que produce un enfrentamiento cara a cara. "Hoy un chico puede sacar una foto o filmar una pelea con un teléfono celular, editar el material y subirlo con facilidad a alguna página de Internet, habiéndose registrado bajo un nombre falso", explicó Zysman, quien aclaró que las características propias de esta nueva forma de agresión son el anonimato, permitido por la tecnología, y el efecto de humillación constante sobre la víctima, debido a la fácil exposición pública que permite la Web.
Víctimas y victimarios
Los expertos consideran que el perfil del hostigador es el de alguien seguro de sí mismo, con una autoestima elevada. "Poseen atributos de poder y liderazgo que les sirven para molestar y desvalorizar a sus compañeros de forma reiterada", explicó Zysman.
Sin embargo, todo bulero en algún momento de su vida también fue hostigado. "El que bulea muchas veces fue buleado en su casa, por su padre o por sus hermanos. De algún lado aprende la técnica de hostigamiento", aclaró Zysman.
A diferencia de los buleros, "los chicos buleados son tímidos, con baja autoestima y solitarios. Muchas veces hasta intentan ganarse la confianza del hostigador por medio de regalos o hasta dándoles plata", explicó Zysman.
Paula de 16, quien cursa tercero del polimodal en una escuela de La Plata, en 2007 se enteró de que una persona anónima había creado un fotologpara molestar a sus compañeros. "Me sacaron una foto en el patio del colegio y la postearon (publicar en el sitio). Alguien había dejado un mensaje: ¿Es torta o lo hace para llamar la atención? Al lado, como si fuera un diálogo, otro le contestaba: No, no es torta, le encanta la p y se la mama a cualquiera. " ¿Por qué me eligieron a mí, si yo no les había hecho nada?"
Según los expertos, cuando hay una broma compartida no se puede hablar de agresión. Sin embargo, al poseer Internet sus propios códigos, la distinción entre broma y ataque no siempre es muy clara. "Los chicos no miden las consecuencias de una broma. En la Web no existen los matices que sí se reconocen en una conversación cara a cara", explicó Andrea Urbas, de Chicos. Net.
"El buleado puede generar sentimientos agresivos que deriven en reacciones más violentas hacia sus compañeros o hacia sí mismo", explicó Liliana Moneta, psiquiatra médico-pediátrica de la Asociación Argentina de Salud Mental.
La masacre de Patagones -en la que un chico de 15 años víctima de cargadas permanentes mató a tres compañeros e hirió a otros cinco en la Escuela Media N° 2 de Carmen de Patagones, en 2004- es probablemente la primera imagen que aparece cuando se piensa en ese tipo de situaciones. Sin embargo, distingue Moneta, "no todo chico buleado es un asesino en potencia. Eso dependerá de la estructura de la personalidad del individuo y de las condiciones familiares en las que vive."
De todos modos, la repercusión mediática que tuvieron distintos casos de violencia escolar en los últimos años muchas veces actualiza la pregunta "¿Hay más violencia entre los jóvenes?" Para Carina Kaplan, investigadora en educación de la Universidad de Buenos Aires y coordinadora del proyecto Las violencias en la escuela media, "los desarrollos tecnológicos tornan visibles algunos fenómenos que antes estaban escondidos. Internet visibiliza fenómenos que ya existían y hace público algo que antes estaba en espacios privados".
En tanto, varios analistas consultados consideraron que el creciente acceso a las innovaciones tecnológicas por los adolescentes ha sido decisivo para el desarrollo del fenómeno. "El problema es que a través de un diálogo de chat se cuentan intimidades, por ejemplo inquietudes sexuales -explicó Zysman-. Esto los vuelve vulnerables. Si uno de los interlocutores quiere traicionar al otro, le es muy fácil: copia y pega el diálogo y lo envía por mail."
Cecilia Sagol es editora y coordinadora de contenidos digitales en el portal educativo Educ.ar , dependiente del Ministerio de Educación de la Nación. Allí consideran que el cyberbullying no es un problema originado por los avances tecnológicos. "El cyberbullying es una extensión del bullying por medios digitales, no tiene su origen en lo tecnológico. La tecnología es un canal que permite la profundización de una violencia preexistente. No hay tecnología mala, sino usos malos de la tecnología."
Enrique Fraga
www.lanacion.com
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